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Mary Leonora Carrington nació en Lancashire, Inglaterra, el 6 de abril de 1917. Fue una pintora surrealista y escritora.

No siguió las pautas educativas de las señoritas de la alta sociedad destinadas al mercado del matrimonio, sino que leía vorazmente y participaba en las charlas que sobre diversos temas organizaban en su casa los jesuitas del colegio de sus hermanos en Stonyhurst.

Después de pasar por varios colegios, fue enviada a una escuela de jovencitas, Miss Penrose School for Girls, de Florencia. Allí se impregnó, durante ocho meses, del arte de los museos florentinos. Después fue enviada a París para estudiar en una «finishing school», una escuela privada de modales para señoritas, de donde también fue expulsada. Terminó finalmente en la casa de un profesor de arte, apellidado Simón, quien le enseñó a dibujar de manera realista. En 1936 ingresó en la academia Ozenfant de arte, en la ciudad de Londres. Al año siguiente conoció a quien la introdujo indirectamente en el movimiento surrealista: el pintor alemán Max Ernst. Durante su estancia en París entró en contacto con el movimiento surrealista y convivió con personajes notables del movimiento como Joan Miró y André Breton, así como a Picasso y Salvador Dalí. En 1938 escribió una obra de cuentos titulada La casa del miedo y participó junto con Max Ernst en la Exposición Internacional de Surrealismo en París y Amsterdam.

Previamente a la ocupación nazi de Francia, varios de los pintores del movimiento surrealista, incluida Leonora Carrington, se volvieron colaboradores activos del Freier Künstlerbund movimiento clandestino de intelectuales antifascistas.

Asimismo, fue defensora de los derechos de la mujer: «Aunque me gustaban las ideas de los surrealistas, André Bretón y los hombres del grupo eran muy machistas. Solo nos querían a nosotras como musas alocadas y sensuales para divertirlos, para atenderlos».

Ante la inexorable invasión nazi, se vio obligada a huir a España. En 1942 emigró a México.

En los ochenta Carrington comenzó a fundir esculturas en bronce, sus temas se refieren a las múltiples realidades que confronta la realidad de la vejez. Además, desarrolló un genuino interés por la alquimia y los cuentos de hadas con los que creció, interés que se percibe en su obra pictórica y escultórica.

Fue una importante pintora surrealista, aunque no aparezca de modo habitual en los manuales de la materia.

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