Ante cuestiones tan profundas como lo es la infidelidad, existen dos posturas bien diferenciadas, que especialmente estos días hemos podido observar. Por un lado quienes se dedican a hablar sobre ella, en las tertulias mediáticas opinando y proponiendo desde el criterio propio o desde las propias experiencias, fórmulas mágicas, normalmente basadas en los intereses de amistades talleristas que con unas cuantas sesiones bien pagadas prometen solucionar los males del mundo. O bien, el enfoque desde la prevención a través de las evidencias científicas.
Es sabido que dichos talleres, como cualquier actuación o política que no se base en la ciencia, aún con la voluntad de hacer el bien, en ocasiones pueden empeorar muchísimo la situación. Cantidad de ejemplos tenemos de esto. Sabemos también y los datos lo demuestran, la enorme cantidad de personas que tras sufrir un engaño, desarrollan consecuencias psíquicas y físicas, en algunas ocasiones irreparables. La tasa de suicidios entre personas jóvenes en España está disparada y poco se profundiza en el debate. Mientras que investigaciones punteras a nivel mundial ya apuntan incluso en cómo el engaño llega a romper partes de la membrana del corazón, generando en la persona una pérdida de sentido profundo.
No se trata de una cuestión baladí, de la que estemos en condiciones de relativizar y mucho menos superar haciendo magia. Si no que requiere de toda la ciencia y el compromiso que podamos llegar a imaginar. Muchos centros educativos están trabajando en la mejora de las competencias de su alumnado en todos los aspectos: a la vez que se esfuerzan en trabajar la excelencia en matemáticas profundizan en los valores y sentimientos más importantes como el amor y la amistad, de la mano de la confianza y del buen trato.
Las evidencias demuestran que la mejor prevención se basa en la creación desde las primeras edades de unas relaciones humanas de calidad y libres, donde el engaño no tiene cabida, ni en el amor ni en la amistad. No se trata de inventar nuevos modelos relacionales, ni de coaccionar a los niños y niñas para que tengan unas relaciones u otras o unas experiencias sexuales u otras, sino que se trata de darles las herramientas para que sepan elegir siempre en el amor y la amistad, aquellas personas que nunca las van a despreciar, sea con una persona o con tres a la vez, la cuestión, en este caso no va de números, sino de la compañía que elegimos para emprender estos viajes. Desde siempre, la defensa de la libertad sexual de todas las personas ha sido y es antagónica a la coacción que nos empuja a tener relaciones afectivo sexuales no deseadas.
Coordinadora del Metoo University
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