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Para poder realizar tratamientos, seguimiento y prevención de la COVID-19, la investigación ha sido fundamental. Las tecnologías han tenido un rol importante en este sentido, por ejemplo en mapear el genoma del virus para poder desarrollar los tratamientos. Ahora, investigadores e investigadoras de GISAID, Nextrain e Ilumina están realizando un nuevo mapeo del genoma del SARS-CoV-2 para ver cómo ha cambiado.

Acerca de un 2% de hisopos nasales que han salido positivo por el coronavirus se enviaron para ser analizados en una máquina de secuenciación de genes. Con ello, los y las investigadores han podido detectar y advertir sobre nuevas variantes. Gracias a este rastreo, el virus de la COVID-19 se ha convertido en el organismo más secuenciado de la historia, y ello ha permitido advertir sobre variantes altamente contagiosas, como el omicron.

Sin embargo, estas secuenciaciones aún no pueden predecir cómo evolucionará el SARS-CoV-2, por lo que es esencial la colaboración y el trabajo de científicos y científicas en diferentes partes del mundo, como hicieron en Sudáfrica al detectar la variante omicron.

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