Algunas voces se están empezando ya a alzar para alertar del peligro de la serie “El juego del calamar”, que está induciendo a niños y niñas a reproducir en sus juegos las escenas de violencia que se presentan en la serie. A través de juegos inocentes, como el “escondite inglés” (en Cataluña conocido como “pica pared”) o , se está haciendo una apología de la violencia, porque a los niños que son sorprendidos moviéndose se les castiga con “la muerte.” Cada vez en más patios escolares se puede ver a niños y a niñas jugar a este tipo de juegos, reproduciendo los mismos diálogos y las mismas acciones de violencia contra otros niños y niñas. Usando el contexto del juego del calamar, reproducen comportamientos violentos como algo totalmente normalizado. De nuevo, la violencia encuentra una forma de hacerse presente y atractiva.
En algunas escuelas se está reaccionando hablando con los niños y con las niñas de esta serie y de estos comportamientos. Eso es ya un paso. Pero ¿qué dicen las evidencias científicas sobre la violencia?
Al revisar lo que dice la literatura científica sobre el tema, vemos que autores como Puigvert, Gelsthorpe, Soler-Gallart, y Flecha han encontrado evidencias de que existe un discurso coercitivo donde promueve la “atracción hacia la violencia.” Flecha, Puigvert y Ríos muestran que existe un tipo de masculinidad, la masculinidad tradicional dominante, que justamente se caracteriza por el uso de la violencia para definir su identidad. El niño violento es respetado. Por tanto, para algunos niños el usar la violencia es una forma de ganar atractivo en el grupo. Actualmente, también estamos viendo la adopción de este tipo de roles violentos por algunas niñas / chicas, que también recurren a la violencia (ser la “chica dura”) para hacerse un lugar en el grupo. ¿Qué hacer entonces?
La investigación científica muestra que el “lenguaje de la ética” no sirve para hacer frente a este tipo de situaciones. Al contrario, puede llegar a animarlas (como quien echa leña al fuego). Por el contrario, el “lenguaje del deseo”, tal y como dicen Melgar Alcantud, Puigvert, Rios, y Duque, es tremendamente efectivo para erradicar la atracción a la violencia y sus consecuencias. Actuaciones educativas de éxito como “el club de los valientes” han demostrado ser muy efectivas contra toda forma de violencia en las escuelas (y en la comunidad). El objetivo de los niños y de las niñas en el club de los valientes es ayudar a quien sufre una agresión. Los clubs de valientes funcionan en base al modelo dialógico de prevención y resolución de conflictos. Cuando sucede un acto de violencia, la víctima es respaldada por el resto de sus compañeros/as, que “hacen de escudo” y defienden a la víctima, del agresor. Se logra así que la escuela sea un espacio seguro, erradicando la violencia. Los niños y las niñas quieren formar parte del “club de valientes.” Denunciar la violencia, ayudar a la víctima, rechazar cualquier forma de violencia, es lo “guay.” Ríos, Puigvert, Sanvicen y Aubert dicen que una de las claves para promover la violencia cero desde los cero años es que el profesorado esté formado en las actuaciones educativas de éxito, para que tengan los conocimientos y los referentes de qué es aquello que mejores resultados da para erradicar la violencia. Actuaciones educativas de éxito, como las tertulias literarias dialógicas, hacen más visibles a los chicos NAM (nuevas masculinidades alternativas), que son aquellos que rechazan cualquier forma de violencia en sus relaciones y en las relaciones de los demás. Necesitamos más clubs de valientes, y menos “juegos del calamar.”
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