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En muchos países europeos estamos observando un notable crecimiento de ideologías xenófobas y anti inmigrantes, tendencia que se agudiza especialmente en los momentos de crisis. Una de las manifestaciones de estas ideologías son las opiniones de algunas personas con respecto al acceso de la población inmigrante a los servicios públicos y más concretamente a los servicios sanitarios. 

Los prejuicios y la desinformación o las noticias falsas alimentan bulos como que las personas migrantes son portadoras de enfermedades infecciosas, sobrecargan los sistemas sanitarios de los países de acogida o tienen elevadas tasas de natalidad. Sin embargo, investigaciones como Scientifically informed solidarity: Changing anti-Inmigran prejudice about universal access to health, publicada en la revista científica “Sustainability”, permiten constatar que ofrecer evidencias científicas a este respecto a la población puede modificar estos prejuicios y contrarrestar los efectos de la desinformación, protegiendo los valores democráticos y la salud de toda la ciudadanía. 

Este trabajo realiza un análisis de determinadas variables de la Encuesta Transnacional de Solidaridad (TESS), en la que participaron más de 11.000 personas de 13 países europeos. A estas personas se les preguntó por su opinión sobre la posibilidad de ofrecer acceso universal y gratuito a los servicios sanitarios para la población inmigrante, pregunta a la que solamente un 50% de las personas participantes en la encuesta respondió positivamente. Posteriormente, se les ofreció a las personas encuestadas información veraz y documentada sobre los costes que tiene para el sistema el acceso universal a estos servicios, frente a los que supone la atención a personas inmigrantes solamente en casos de emergencia, datos que demuestran que la segunda opción resulta más costosa. Una vez aportada esta información científicamente probada, se realizó de nuevo la misma pregunta y las respuestas positivas fueron de un 65%.  

Se observan en el estudio algunas diferencias entre países, por ejemplo: a mayor respuesta positiva en la primera pregunta menor cambio en la segunda, como en los casos de España o Suecia, y a menor respuesta positiva en la primera pregunta mayor cambio en las opiniones, como en Hungría, Eslovaquia o Chipre. Se aprecian también algunas diferencias referidas a género, edad, nivel de estudios o el haber tenido algún tipo de contacto con personas inmigrantes. Este trabajo abre la puerta a posteriores investigaciones sobre estas diferencias y también sobre otras cuestiones, por ejemplo, cómo la evidencia científica puede contrarrestar los efectos de la desinformación, o sobre la importancia de extender la alfabetización científica para el progreso de la democracia. Lo cierto es que más allá de estas diferencias y a la vista de los resultados se demuestra que el conocimiento científico modifica los prejuicios y las actitudes discriminatorias y mejora la salud para toda la población.

Una vez más, la ciencia y la educación mejoran nuestras sociedades, nuestras vidas y llenan de esperanza nuestros horizontes de futuro.

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