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Por lo que se puede observar en la literatura o en la oferta de juguetes, ser princesa es un tema de debate en la sociedad. Por suerte, la investigación científica abre ese debate en base a evidencias científicas y siempre se actualiza. El artículo Princess Power: Longitudinal Associations Between Engagement With Princess Culture in Preschool and Gender Stereotypical Behavior, Body Esteem, and Hegemonic Masculinity in Early Adolescence es prueba de ello, dado que se trata de un segundo estudio que la misma autora ha actualizado a través de los años. En el primero, publicado en 2016, se concluía un año después del estudio, que había una relación entre las princesas Disney y un comportamiento más estereotipado de género femenino tanto en niñas como en niños. Según los resultados de ese estudio, la influencia de las princesas Disney tenía un efecto negativo a corto plazo. Pero la investigadora decidió analizar dichos efectos a largo plazo y repitió el estudio con las mismas personas y llegó a conclusiones diferentes. Por un lado, se detectó que los niños que interaccionan con cultura de princesas tienen opiniones más progresistas sobre las mujeres y no se dejan influir por los estereotipos de género y también son más abiertos a hablar sobre sus emociones y sentimientos huyendo de la violencia. Por otro lado, los efectos en las niñas se relacionan con tener argumentos para defender una idea, perseguir sus sueños y una autoestima alta.

Ya sabemos que, igual que el amor romántico, no existen evidencias científicas que correlacionen el sufrir violencia de género con disfrutar de los cuentos de príncipes y princesas. Ser feminista, tanto para hombres y mujeres, niños y niñas y adolescentes, implica la libertad de decisión, el respeto y el rechazo contra cualquier tipo de violencia. Observar estos valores en libros, entorno y dibujos fortalece tener estos valores.

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