Sara Allan, ex gimnasta de Chelsea Piers (Nueva York), ha logrado presentar una queja junto con otras compañeras a la que fue su entrenadora por abuso emocional tras dos años de intentos fallidos.
Desde 2018 había escrito cómo los insultos, los abusos continuados y los desprecios a las gimnastas durante diez años debían ser investigados. Hace poco logró enviar una queja más desarrollada al Chelsea, y en un breve periodo de tiempo, abarcó quince años y testimonios de 33 gimnastas.
En menos de un mes, Allan había compilado un documento de 13 páginas lleno de quejas específicas contra McClain que abarcó 15 años, de 33 gimnastas, nueve de sus familiares y cinco entrenadores. Exigieron que McClain fuera suspendido y, para su sorpresa, sus súplicas fueron atendidas rápidamente. Tal era la magnitud de la queja que el Chelsea Piers inmediatamente suspendió a McClain el sábado pasado, y la federación de gimnasia de Estados Unidos también hasta que los hechos estén esclarecidos. El club ha dicho que su decisión fue rápida tras recibir la queja puesto la salud y el bienestar de sus atletas es una prioridad, según recoge el New York Times.
Este caso vuelve a mostrar la necesidad de aplicar protocolos de prevención y actuación ante cualquier tipo de abuso sea de la índole que sea, precisamente para frenar estas conductas incluso antes que pasen. Las instituciones deben velar para actuar más rápidamente, no solo cuando hay una víctima que se atreve a denunciar; las interacciones denunciadas seguramente eran sabidas en el centro, por los comentarios recogidos, y es desde el primer segundo donde deben atajarse para que no haya ninguna víctima más.
