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Hace pocos días alertamos en este mismo medio sobre la necesidad de proteger a la infancia ante el incremento de la violencia de género que se está produciendo en el confinamiento. 

Una de las formas más extremas de violencia machista hacia la infancia, que ha aumentado desde el inicio del confinamiento, es el consumo de pornografía infantil,  según se publicaba el pasado viernes en un informe de la Europol, realizado con la información aportada por los estados miembros sobre ciberdelincuencia. Por ejemplo, en España, entre el 17 y el 24 de marzo se produjo un aumento del 25 % en el número de conexiones para la descarga de material de contenido pedófilo. 

Además del aumento de entradas a webs que distribuyen contenido en el que niños y niñas son explotados sexualmente, también se ha demostrado que cada vez son más los pederastas que aprovechan que durante la pandemia hay más menores conectados/as a internet.   

Cabe realizar muchas reflexiones sobre este aumento. Como base, hay que insistir una vez más en que quien genera este material y lo distribuye justifica este tipo de webs e industria de cualquier modo y quienes lo consumen son cómplices y también están abusando de menores. Así lo recoge la comunidad científica internacional.  

En esta línea, también es necesario plantearse si este aumento de descargas se debe a que se  busca realizar de manera telemática u online los mismos abusos que antes de la cuarentena se llevaban a cabo de forma directa, porque es más fácil tener datos de un registro web que de una problemática que aún hoy sigue muy silenciada y encubierta.

Un dato esperanzador es que, desde marzo, también ha aumentado el número de denuncias sobre contenidos pedófilos. Como también publicamos en Diario Feminista, este es el paso fundamental para proteger a los niños y niñas y contribuye a desarticular redes de explotación.  Igualmente, desde la Europol se ha señalado que la alarma generada por este aumento ha servido para seguir evaluando el impacto de la crisis del coronavirus sobre la explotación sexual infantil y se apoyarán las investigaciones que están tratando de acabar con esta problemática. 

Una vez más, estos hechos sirven para clarificar que en la pornografía infantil hay sólo dos bandos. Por un lado, quienes la consumen, producen, distribuyen, silencian y justifican de cualquier modo, perpetuando el abuso y las violaciones a menores; y por otro, quienes podemos acabar con ella protegiendo a las niñas y niños, trabajando, denunciando y alertando sobre esta forma de extrema violencia. Por ello, repetimos una vez más que es esencial estar alerta para colaborar y proteger a los y las más pequeñas.

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