El pasado 3 de marzo fue un día muy emotivo en Beni, la ciudad del Noreste de la República Democrática del Congo (RDC) al confirmar que la última paciente diagnosticada de ébola en el país había sido dada de alta.
Este último año de trabajo intenso contra la segunda epidemia más grande del mundo, que ha supuesto 3.400 infecciones y más de dos mil muertes, ha acabado con la enfermedad, según la sede de la Organización Mundial de la Salud en África. Esta comunicación no implica no seguir alerta por si se volviera a activar de nuevo el brote, puesto que los conflictos actuales obstaculizan la labor de monitoreo necesario.
La alegría ha sido compartida y el personal sanitario ya está focalizando sus esfuerzos en el trabajo de prevención ante el riesgo del coronavirus.
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