Laura María Caterina Bassi nació en 1711 en Bolonia, principalmente se dedicó a la Física pero también fue filósofa.
En una época en la que la formación académica y aún menos la carrera profesional ni científica se consideraba innecesaria para las mujeres, es más se pensaba que éstas no tenían capacidad para desarrollarlas, la mujer a la que le dedicamos el espacio hoy tuvo el privilegio de tener un padre que fue consciente del talento de su hija y decidió que ella estudiara igual que lo hicieron sus hijos varones.
Fue una niña prodigio, por lo que desde el primer momento recibió clases de Gaetano Tacconi quien le impartió clases de matemáticas, filosofía, anatomía, historia natural y lenguas.
Contaba veinte años cuando consiguió un puesto de profesora de filosofía, concretamente filosofía newtoniana, en la Universidad de Bolonia (la más antigua de Europa). Fue la primera mujer que oficialmente enseñó en esta universidad europea.
Antes de ser Papa, Benedicto XIV, en su condición de Cardenal, vio la capacidad de Laura María Caterina Bassi en el arte de la oratoria, de modo que se convirtió en su mecenas y la animó en su trabajo científico. Asimismo, la convenció para que participara en debates públicos y la erigió en el símbolo de la regeneración cultural y científica de la ciudad.
Sin embargo, no todo fue tan fácil. Por ser mujer tuvo muchas dificultades para ejercer la docencia durante este periodo. En la época, o se veía bien que una mujer estuviera en una clase llena de hombres, aunque fueran sus alumnos. Lo mismo ocurría a la hora de celebrar conferencias; ambas actividades solo las podía llevar a cabo con el consentimiento del Senado de Bolonia.
Se casó con el médico y físico Giuseppe Verati, quien apoyó la carrera científica de su mujer y ésta impartía clases de manera regular en su residencia.
En 1749 para enfrentar todas estas dificultades, inauguró un laboratorio privado, que se hizo famoso en toda Europa y acogió a numerosos científicos reconocidos y que serían famosos posteriormente.
En su laboratorio impartió cursos de física experimental durante treinta años oficialmente reconocidos por la Universidad de Bolonia. También fue un lugar de investigación científica.
Entre los intelectuales con los que se carteaba era el filósofo Voltaire.
Fue muy reconocida en la sociedad científica por su habilidad para explicar la física experimental. Su mayor interés se centró en el trabajo de los físicos ingleses y en los principios matemáticos de Isaac Newton, de modo que desempeñó un papel importante en Italia por su enorme contribución en la difusión de la física newtoniana y los principios enunciados por Benjamin Franklin sobre los fenómenos electrónicos.
