Narjis Mohaisen, de 29 años, es la viva imagen de la determinación. Perdió la vista a los 13 años, pero esto no le impidió estudiar en Palestina. Durante la secundaria fue una de las mejores estudiantes de su escuela. Mohaisen se graduó en la universidad gracias a su voluntad y el apoyo de su madre y del centro de atención de discapacitados de la universidad de Gaza. Ahora trabaja en este mismo centro a través del apoyo del proyecto UN Women’s Cash for Work project en Palestina. El proyecto es implementado por el Centro de Asuntos de la Mujer como parte del programa de Protección, Respuesta y Preparación de las Mujeres de la ONU para atender las necesidades de las mujeres discapacitadas y vulnerables en Gaza (Women’s Affairs Centre Gaza programme, 2018-2019), con el soporte del Gobierno de Japón.
Como avanzó UN (2018), Japón donó medio millón de dólares a la ONU para apoyar a mujeres vulnerables en Gaza. El conflicto de 2014 en Gaza provocó el desplazamiento masivo. Las malas condiciones humanitarias crean sistemáticamente vulnerabilidades de género, sobre todo con relación al abandono escolar y el matrimonio prematuro de las niñas. Frente a esta dura realidad, encontramos en Mohaisen un caso de éxito, con dos títulos de licenciatura, uno en árabe y otro en estudios islámicos. Ahora bien, después de graduarse en la universidad realizó diversas solicitudes de trabajo, pero todas ellas fueron rechazadas. Fue entonces cuando conoció el Centro de Asuntos de la Mujer, que la ayudó a solicitar trabajo y, consecuentemente, a obtener el puesto de asistente en el centro de servicios para discapacitados de su misma universidad. El trabajo consistía en darles apoyo con los dispositivos digitales, así como motivarles a seguir estudiando. A través de este programa Mohaisen descubrió formas de ayudar a los estudiantes con discapacidades para alcanzar sus sueños. Por ello, actualmente está buscando una nueva oportunidad para ayudar a inspirar a otras personas con discapacidades y también a las que no las tienen, utilizando su propia experiencia para superar sus desafíos físicos a fin de que su esfuerzo también tenga impacto transformador en otras vidas.
Mohaisen expone que el camino no fue fácil, ya que lo peor de perder la visión para ella fue no poder leer y estudiar, actividades que disfrutaba mucho. Su testimonio de empoderamiento tiene un elemento clave, su madre. Ella es la que le leía los libros de texto y acompañaba a su hija a los exámenes. Su situación no impidió que Mohaisen, con el apoyo de su madre, superara las barreras sistemáticas que impiden que las mujeres, y más acentuadamente aquellas más vulnerables, participen de la áreas de la vida pública. Su relato muestra que la discapacidad se puede superar a partir de un buen trabajo decente (Objetivo 8 de las Naciones Unidas) y de la reducción de las desigualdades (Objetivo 10 de las Naciones Unidas). Por ello Mohaisen es un ejemplo clave de que, a pesar de la adversidad y la vulnerabilidad, es posible transformar la realidad y generar relatos y vivencias superadoras.
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