Cada vez hay más preocupación respecto la sextorsión, aunque aún no se ha examinado empíricamente entre los adolescentes. La sextorsión se conoce como la amenaza de distribuir imágenes explícitas, íntimas o embarazosas de naturaleza sexual sin consentimiento, generalmente con el fin de obtener imágenes adicionales, actos sexuales, dinero u otra cosa. Es un fenómeno recientemente establecido que une las palabras “sexo” y “extorsión”; esta última suele ocurrir cuando una persona se aprovecha de otra en contra de su voluntad por medio de una amenaza de violencia o de daño de cualquier tipo.
En este estudio publicado en la revista Sexual Abuse [Sextortion Among Adolescents: Results From a National Survey of U.S. Youth], los autores presentan los resultados de una encuesta nacional sobre la prevalencia de las conductas de sextorsión en una muestra representativa, a nivel de Estados Unidos, de 5.568 estudiantes de secundaria y de bachillerato (entre 12 y 17 años). Los resultados muestran que cerca del 5% de los estudiantes informaron que habían sido víctimas de sextorsión, mientras que alrededor del 3% admitieron haber amenazado a otros que habían compartido, en confianza, una imagen con ellos/ellas.
Las víctimas de la extorsión sexual sufrieron daños de diversas maneras, entre ellas, ser acechad@ o acosad@ (9,7% de los hombres y 23,5% de las mujeres), ser contactad@s repetidamente online o por teléfono (42,9% de los hombres y 40,9% de las mujeres), o haberse creado un perfil online falso sobre ell@s (11,2% de hombres y 8,7% de mujeres). Lo más notable es que el 24,8% de los hombres y el 26,1% de las mujeres que fueron sometidas a un delito sexual dijeron que el agresor publicó su imagen sexual online, mientras que el 25,5% de las víctimas masculinas y el 29,6% de las víctimas femeninas dijeron que el delincuente envió la imagen sexual de ell@s a otra persona sin su permiso. Los resultados del estudio también muestran que los varones y los jóvenes no heterosexuales eran más propensos a ser “apuntados”, y los hombres tenían más probabilidades de apuntar a otros. Además, los jóvenes que amenazaban a otros con la sextorsión eran más propensos a ser víctimas ellos mismos.
Quedan abiertas las implicaciones para la investigación futura, así como el papel preventivo que pueden desempeñar los profesionales en la prevención e intervención ante este tipo de actuaciones.
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