El pasado domingo 5 de mayo, el Ministro de Sanidad de Alemania, Jens Spahn, presentó el estudio de un proyecto de ley que obligue a los padres y madres a vacunar a sus hijos e hijas. Las consecuencias de no hacerlo sería una multa de hasta 2.500 euros y la exclusión de los y las pequeñas de las guarderías, tal y como informa europapress.
Este nuevo proyecto del gobierno alemán responde a un debate que la sociedad civil ha puesto sobre la mesa recientemente: ¿debe ser o no obligatoria la vacunación contra el sarampión? En toda Europa también ha habido un repunte de la tendencia de padres y madres que prefieren no vacunar a sus hijos e hijas contra el sarampión y, como consecuencia, ha aumentado el número de casos de muerte a causa de esta enfermedad viral.
Aunque las personas antivacunas representan un colectivo minoritario, la gran facilidad de contagio del sarampión supone un alto riesgo para con el resto de personas, especialmente para el resto de niños y niñas en las guarderías. Por ello es imprescindible que cada vez más la sociedad civil tome decisiones informadas basadas en evidencias científicas con cuestiones relacionadas en su día a día.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el sarampión es una de las principales causas de muerte en edades tempranas. Por ejemplo, en 2016 murieron casi 90.000 niños y niñas menores de 5 años en todo el mundo a pesar de que se dispone ya de una vacuna segura. Su eficacia se traduce en datos: entre los años 2000 y 2016 la vacuna evitó 20,4 millones de muertes a nivel mundial.
Además, distintos estudios han sido desarrollados por la comunidad científica internacional con el objetivo de conocer los posibles efectos de las vacunas en la salud de los y las niñas. Recuperamos algunas de las evidencias ya publicadas en este diario:
El estudio más reciente, que se ha llevado a cabo por investigadores e investigadoras de Dinamarca, ha analizado a nivel nacional a más de 600 000 personas nacidas entre el 1999 y el 2010 para examinar la relación entre las vacunas que recibían y el riesgo de desarrollar autismo. Tras el seguimiento hecho durante más de una década, se concluyó que el riesgo relativo de desarrollar autismo después de recibir una vacuna contra las paperas, sarampión o la rubéola era del 0,93 (un dato muy bajo en términos estadísticos).
Las evidencias en torno a este tema no son algo nuevo. En 2002, The New England Journal of Medicine publicó un estudio que llegaba a conclusiones similares, aunque el análisis se hiciera con menos niños y niñas durante menos años: de la muestra de más de 537 000, un 82% se vacunaron y solo un 0,09% desarrolló autismo. En 2015, el Journal of the American Medical Association también publicaba un artículo en la misma línea.
La Organización Mundial de la Salud ha publicado un informe en el que cita las diez peores amenazas para la salud y junto a la contaminación, el cambio climático, el VIH o la pobreza está el no vacunar a los niños y a las niñas. En relación con este último factor de riesgo, de las más de 2 millones de muertes, un 75 % de vidas se podrían salvar gracias a las vacunas.
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