A pesar de ser la principal causa de demencia y de recibir, por tanto, gran atención por parte de la comunidad científica internacional, la enfermedad neurodegenerativa del Alzheimer todavía no ha sido susceptible de ser tratada con efectividad. En este sentido, dada su elevada incidencia y la carencia de estrategias definitivas para combatirlo, podríamos afirmar que su prevención es uno de los desafíos sociosanitarios más relevantes del siglo XXI.
Recientemente, han tenido lugar importantes avances en el conocimiento de las estrategias para dicha prevención. Uno de los más relevantes es el estudio publicado hace escasas semanas en Nature Enhancing mitochondrial proteostasis reduces amyloid-β proteotoxicity [La mejora de la proteostasis mitocondrial reduce la proteotoxicidad de amiloide-β] de Vicenzo Sorrentino y otros. En este artículo, los autores y autoras, presentan su investigación, liderada por la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) de Suiza, en la que se analizó el posible tratamiento de la acumulación en las neuronas de la proteína beta-amiloide, responsable del entorpecimiento y posterior muerte de dichas células cerebrales, que desemboca en la degeneración cognitiva conocida como mal de Alzheimer.
Concretamente, los investigadores e investigadoras del estudio, analizaron que la antedicha acumulación proteínica provocaba estrés en las mitocondrias de las neuronas, es decir, el orgánulo que las alimenta, siendo dicho estrés el causante del bloqueo y declive neuronal. Mediante fármacos y experimentos genéticos, los autores y autoras de este trabajo, lograron potenciar la respuesta de las mitocondrias al estrés provocado por la proteína beta-amiloide, y, por tanto, reducir su acumulación. Así, aplicando estos tratamientos al gusano C. Elegans, en el que también se daba esta respuesta mitocondrial, descubrieron que éste, no sólo obtenía una mejor respuesta ante la proteína, sino que se retrasaba la enfermedad, mejoraba su salud y se incrementaba su esperanza de vida.
De esta forma, unido a descubrimientos anteriores para mejorar la prevención del deterioro cognitivo, como la importancia de mantener un estilo de vida saludable y activo física y mentalmente, el posible tratamiento farmacológico y genético se posiciona como una esperanzadora estrategia para combatir la incidencia de la enfermedad de Alzheimer.
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