
Elia María González-Álvarez procedía de una familia aristocrática y bien posicionada que le otorgó una educación en la que las institutrices y los viajes eran protagonistas. Nació casualmente en Roma, el 9 de mayo de 1905. Su madre se esforzó en que adquiriera los conocimientos intelectuales esenciales para convertirse en una mujer independiente. Mientras, su padre le enseñaba a jugar al tenis, para lo cual demostró cualidades innatas. También le enseñó a jugar al billar, así se forjó su mente de una gran deportista a base de una enorme rigidez. Comenzó desde pequeña a practicar patinaje sobre hielo, y con doce años ganóel campeonato de Saint Moritz y, en 1921, la Medalla de Oro Internacional. Sin embargo, Lilí Álvarez mostraba otras inquietudes deportivas y, en1924, participa como única mujer en el Campeonato de Cataluña de Automovilismo. Poco antes de confirmar su participación en los Juegos Olímpicos de Invierno de Chamonix de 1924, sufrió una tremenda lesión que la apartó para siempre del patinaje.
Era hábil y talentosa con la raqueta, así que decidió dedicarse por entero al mundo del tenis. Se convirtió en la primera mujer española en acudir a unos Juegos Olímpicos, los de París de 1924, alcanzó los cuartos de final en la modalidad de dobles.
Ofrecía un juego variado, alegre y eficaz, por ello obtuvo un rotundo éxito en el mundo del tenis. Fue la primera española que participó en 1926, año en que se celebraba el 50 aniversario del torneo londinense de Wimbledon. La familia real británica estaba en el palco y hasta Alfonso XIII la felicitó tras el triunfo en la semifinal por un doble 6-2.
El éxito de Lilí Álvarez fue ya imparable. Ocupó buena parte de las portadas de los diarios internacionales y alcanzó la final de Wimbledon en 1927.
Su trayectoria en Roland Garros fue también exitosa.
Posteriormente, comenzó a trabajar como periodista y se convirtió en una abanderada del emergente movimiento feminista. «Lo que despertó en mí el feminismo fue el ver, cuando volví a España, que para todo te pedían certificados y contratos matrimoniales, y que los maridos parecían niñeras», palabras de Lilí Álvarez.
En 1927 publicó el libro Modern Lawn Tennis (Tenis sobre el césped moderno) y comenzó a escribir artículos para el Daily Mail, para el diario argentino La Nación, para Blanco y Negro, La Vanguardia, Arriba y para la revista cultural Cuadernos para el Diálogo, aunque no abandonó el deporte profesional. Incluso en 1930 llegó a rodar una película documental.
Lilí Álvarez defendió siempre en sus escritos y artículos que la mujer moderna podía ser, a la vez, religiosa, puesto que no eran conceptos incompatibles. Aprobaba el divorcio y el control de la natalidad, y abogó por el desarrollo humano y profesional conjunto de hombres y mujeres.
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