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Cualquier organización es antisexista cuando no se limita a hablar y escribir sobre el sexismo de otros, sino que también toma una posición normativa y activa contra el sexismo interno. En el caso de la ESA, esto ocurrió en 2021. La aprobación de la Directriz Ética 4 por parte de la Asociación Europea de Sociología (ESA) fue un momento crucial para las sociólogas y sociólogos, en particular para las mujeres en el campo. Esta directriz, establecida durante el congreso de la ESA en Barcelona bajo el liderazgo de Marta Soler e inspirada por el movimiento #MeToo University, representó una postura firme contra el acoso sexual, la revictimización y la violencia de género aisladora (bajo el nombre de acoso sexual de segundo orden) dentro de entornos académicos y profesionales.


Esta aprobación no se logró sin resistencias. La propuesta formalmente realizada por MeToo University buscaba recibir apoyo con la firma de muchos miembros de la ESA, pero solo una minoría la firmó. Luego, en la asamblea general, fue aprobada por 123 votos, pero también recibió 8 votos negativos y 20 abstenciones. Incluso, algunos miembros ejercieron violencia de género aisladora contra las personas que lideraban la iniciativa por ser también quienes habían apoyado a las víctimas y sobrevivientes.


Para las sociólogas, esta directriz fue un paso monumental hacia adelante para garantizar su seguridad, dignidad e igualdad en el lugar de trabajo. Históricamente, el campo de la sociología, como muchas otras disciplinas académicas, había estado dominado por hombres, y las mujeres a menudo enfrentaban barreras sistémicas y discriminación. El acoso sexual había sido uno de los problemas más persistentes, creando un ambiente de miedo y exclusión para muchas mujeres. Al abordar y condenar explícitamente estos comportamientos, la Directriz Ética 4 envió un mensaje claro de que tales acciones ya no serían toleradas.


Además, la inclusión de la violencia de género aisldora en la directriz, que se refiere a la represalia o la victimización adicional de quienes denunciaron acoso, fue particularmente importante. Reconoció los desafíos que enfrentan las víctimas al presentar denuncias y buscó protegerlas de más daños. Esta protección fue crucial para fomentar un ambiente donde todos los sociólogos, independientemente de su género, pudieran realizar su trabajo sin temor ni discriminación.


El liderazgo de la presidenta Marta Soler y el apoyo de las y los miembros de la ESA en la aprobación de esta directriz reflejaron un compromiso más amplio con la justicia y la igualdad dentro de la sociología. Fue un paso crítico hacia la creación de una comunidad académica más inclusiva y solidaria para todos y todas.

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