Kundai Chinyenze dirige un equipo mundial que trabaja para crear una vacuna contra el VIH que prevenga del virus, evitando nuevas infecciones y controle la epidemia. Una motivación que despertó de niña cuando, ante el interés por la ingeniería química, su madre enfermera le indicó que debería estudiar medicina. Algo que parece que no le convenció, hasta que un día, cuando tenía 16 años, ingresaron a su madre en un hospital de Zimbabwe, donde pudo escuchar a las enfermeras que la causa era el VIH.
Tras perder a sus padres a causa del SIDA, Chinyenze se propuso aprender todo sobre el VIH. Ahora, con 44 años, dirige un equipo mundial en un proyecto llamado ADVANCE, dirigido a acelerar el desarrollo de vacunas y las nuevas tecnologías para combatir la epidemia del sida. Es una cooperativa que lleva 10 años en funcionamiento bajo un acuerdo con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional a través del Plan de Emergencia, como informa The Guardian.
A pesar de los avances, Kundai Chinyenze reconoce las dificultades para encontrar una vacuna, ya que el propio organismo no sabe cómo recuperarse del VIH, como explica, “al no tener modelo humano de recuperación, es como enseñarle al cuerpo algo que no ha descubierto cómo hacerlo de manera natural”. Pero, señala, que, si algo hemos aprendido con la rapidez en que se creó la vacuna contra el COVID-19, es que somos más rápidos y llegamos antes a las soluciones cuando eliminamos las barreras. La ciencia nunca puede estar en silencio, es necesario que los y las científicas se desafíen, y se alimenten mutuamente para encontrar la mejores soluciones a nuestros problemas.
