La comunidad científica internacional acepta unánimemente que las interacciones están en la base del aprendizaje, sin embargo, son pocas las investigaciones que han estudiado qué tipos de diálogo son los más productivos para los aprendizajes. Recientemente un proyecto liderado por investigadores e investigadoras de la universidad de Cambridge estudió los resultados de alumnado de 10 y 11 años en Inglaterra para generar conocimiento sobre esa cuestión: ¿Cuáles de las formas de diálogo que se observan en las clases de lengua y matemáticas obtienen mejores resultados? Se trata del artículo An analysis of the forms of teacher-student dialogue that are most productive for learning, publicado en la revista científica ‘Language and Education’.
Para este trabajo se emplearon datos de una investigación previa de los mismos autores y autoras realizada a partir de 109 sesiones de clase. De entre esas clases, se seleccionaron los casos más extremos: las clases con alta presencia del diálogo y altos resultados y las clases con baja presencia del diálogo y resultados bajos. A partir de esa muestra se estudió el habla en el aula a través del análisis sociocultural del discurso, y particularmente las formas productivas del diálogo.
Entre los hallazgos del estudio destaca el hecho de que en las clases de alto rendimiento se observa que se producen más intercambios en los turnos de palabra tanto de estudiantes como de docentes, mientras que en las clases de bajo rendimiento los cambios en el turno de palabra son menos frecuentes. Esto se corresponde con otro dato obtenido: en las clases de bajo rendimiento el o la docente pronuncia un número más elevado de palabras que en las de alto rendimiento, mientras que en las de alto rendimiento el número de palabras pronunciadas por el alumnado es mucho mayor que en las clases de bajo rendimiento.
Más allá de la cantidad, el estudio señala la importancia de las interacciones que se llevan a cabo para la elaboración y el desarrollo de las ideas a través del diálogo en las clases de alto rendimiento. En este sentido, destaca el uso de preguntas abiertas por parte de los y las docentes de los grupos de alto rendimiento, y la invitación constante a que los alumnos y las alumnas expliquen el progreso de su trabajo y dialoguen entre sí para hacerlo, justificando sus opiniones y explicando sus puntos de vista, aunque sus primeras intervenciones no hayan sido muy completas o informativas. En contraste, en las clases de bajo rendimiento las preguntas realizadas por el profesorado generalmente solían ser cerradas y no facilitaban este tipo de discurso proactivo de los y las estudiantes.
Otro interesante hallazgo cualitativo es que estas características del diálogo productivo en el aula funcionan aún mejor cuando se combinan, integrándose en interacciones significativas, intencionadas y encadenadas entre el profesorado y el alumnado. Igualmente, aparece como herramienta fundamental la participación del alumnado en torno a un mismo objeto o estímulo que apoye la explicitación del pensamiento y la co-creación del conocimiento, puesto que, de este modo, el alumnado tiene más referencias en común y más objetivos compartidos sobre los que apoyar y hacer avanzar su diálogo.
Los resultados de la investigación muestran, finalmente, las formas en que el profesorado que emplea más el diálogo crea en el aula un clima de apoyo y de apertura que fomenta el aprendizaje a través del diálogo con diversidad de estrategias que animan la participación y la expresión del propio pensamiento, de modo que el lenguaje se utiliza como herramienta para la construcción guiada del conocimiento.
En resumen, estos resultados ofrecen aún más evidencias de la importancia del enfoque dialógico para la enseñanza y el aprendizaje en el aula, con implicaciones evidentes para la práctica docente, que puede convertirse, gracias a este tipo de prácticas, en un agente transformador de las personas, de la escuela, del entorno, de nuestras vidas.
