
Nuestro cuerpo, nuestra salud es lo que más amamos. Lógico, ya que no tenemos recambio. Podemos cambiar de peinado, de ropa, de zapatos, de piso, de pareja, de ciudad, de país, pero nuestro cuerpo es uno y único, y necesitamos de todas sus partes. En ocasiones se nos estropea alguna, y entonces, desgraciadamente, la cirugía debe extirparnos el órgano enfermo. Nos quedaremos sin él o bien nos colocarán un sustituto, llevaremos un postizo. Se trata de tropiezos indeseables, y normalmente haremos lo posible para que nuestro cuerpo funcione correctamente, para que no tengamos que perder ninguno de sus componentes.
Así es como somos los mortales por lo común, sin embargo, los hay de extraordinarios, los hay de otra clase. Son los seres humanos capaces de donar un órgano para una persona desconocida. Según la Organización Nacional de Trasplantes, desde el año 2010 ha habido 18 donaciones de riñón para enfermos o enfermas desconocidos. Quedarse sin riñón no para un familiar o para una amistad sino para alguien con quien no nos une vínculo alguno comporta un altruismo extremo.
En un mundo tan lleno de egoísmo, de maldades y de injusticias aparecen personas que demuestran todo lo contrario. Viene a ser como un péndulo que va de lo peor a lo mejor. Un lado nos horroriza, el otro nos colma de admiración, y de gratitud hacia este costado excelso de la humanidad.
👀 Visitas: 83
Comparte esto:
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Telegram (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Reddit (Se abre en una ventana nueva)
- Más