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Dos víctimas, con la posibilidad de que una más se sume al caso, han denunciado tres años después de los presuntos hechos, haber sido abusadas sexualmente cuando tenían 13 y 14 años por parte de un concejal de su municipio de 27 años. A pesar de los testimonios de las víctimas, la institución mantiene el silencio a la espera de las conclusiones de la investigación.

La valentía de las víctimas en denunciar el caso evidencia una vez más el contexto de romper el silencio en el que nos encontramos, viendo cada vez más como las personas que sufren este tipo de abusos tienen un contexto más favorable para hablar y denunciar dichas agresiones. Tratándose de un responsable público de las áreas de educación y cultura, han sido muchos y muchas las personas a las que el presunto abusador ha tenido alcance y muchas y muchos los que probablemente han podido saber o sospechar lo que estaba ocurriendo. En muchos casos, cuando salen a la luz, hay personas que afirman que “aquello lo sabía todo el mundo”. Lo que aumenta aún más la gravedad de lo sucedido por no haber actuado para proteger a las potenciales víctimas.

Afortunadamente, la fortaleza y el empoderamiento de las víctimas nos demuestra que, a pesar de encontrarnos con situaciones de acoso en espacios y contextos muy diversos (fiestas, casas okupas, discotecas, hogares, escuelas, universidades, etc.) la fuerza de las víctimas va siendo mayor al silencio y las complicidades de los acosadores, lo que convierte a las víctimas en supervivientes.

La reciente aprobación de legislación contra la violencia de género aisladora por parte de algunos parlamentos facilita el avance al ir contra esa violencia que se ejerce a quienes apoyan para aislar a las víctimas.

 

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