Que los niños y niñas vivan una infancia libre de violencia es un objetivo mundial que queda recogido desde 1959 en la Declaration of the rights of the Child, actualizada en 1989 en la Convention on the Rights of the child hasta los Objetivos de Desarrollo Sostenible en su Agenda 2030. Para lograr este tipo de metas, es importante que la actuación se realice desde el conjunto de la sociedad, empezando por la familia, amistades, centros educativos y gobiernos. Los niños y las niñas son el futuro y, como grupo vulnerable, hay que garantizar que vivan un presente lo más alejado posible de la violencia y para ello dependen de la sociedad. Está en nuestras manos lograr que estén a salvo.
En esta misma línea de proteger la infancia, en el artículo Programa de intervención #aquiproubullying en Educación Secundaria Obligatoria. Resultados de un estudio preliminar, publicado en la revista científica REMIE, se habla de los resultados de un estudio que se enfoca en analizar el bullying y ciberbullying en una muestra de 342 alumnos y alumnas de Secundaria de un instituto de Barcelona. #AquíProuBullying analizó la percepción del alumnado sobre este tipo de acoso escolar.
La intervención se llevó a cabo durante el curso 2018-2019 y se hizo desde seis ámbitos diferentes: 1) actividades formativas sobre educación emocional y gestión positiva de los conflictos, 2) creación de una comisión antibullying dentro del Consejo de Alumnado, 3) la creación y formación de redes de apoyo entre iguales, 4) una sensibilización de la comunidad educativa incluyendo a las familias, 5) el uso de una aplicación para la implantación de un sistema de alertas que recoge anónimamente las denuncias y que revcopiló 89 alertas durante el primer curso y otras 24 en el segundo y 6) un servicio de mediación que, entre otras cuestiones, sirvió para revisar las normas de convivencia del centro escolar.
Entre los resultados se observó que, aunque la percepción sobre el bullying no se vio disminuida, sí que hubo efectos en cuanto a la reducción de la violencia en el ciberbullying entre alumnado de 2º a 3º de la ESO. Otros datos preocupantes que recoge el estudio serían que 1) el alumnado se reconocía más como víctima que como acosador, tanto en el bullying como en el ciberbullying, y 2) que las víctimas sufrían más un acoso verbal que físico. Por último, el alumnado contestó en porcentaje similar que tanto las conductas de victimización como las de acoso podrían tener un fuerte factor social, reproduciendo ese comportamiento fruto de un aprendizaje social.
Acerca de los resultados, concretamente que el alumnado sufriera acosos como el bullying y el ciberbullying, resulta muy interesante conocer que la conducta violenta se basa en lo que el estudiantado aprende socialmente. Esto implica que lo violento aprendido se puede desaprender y transformar alejándose de la violencia si desde toda la comunidad se llevan a cabo actuaciones de éxito basadas en evidencias científicas.
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