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Filósofo ampliamente admirado, en sus escritos Friedrich Nietzsche dejó constancia de una misoginia exacerbada. Por otra parte, sostienen algunos de los estudios sobre su obra y su personalidad que, al contrario de lo manuscrito, su actitud hacia las mujeres que le rodearon fue amable y gentil. En tanto que su madre y su hermana ejercieron una gran ascendencia sobre él, las otras mujeres de su entorno lo describen por lo común cómo afable y complaciente. Sin embargo, todas sus publicaciones contienen párrafos que destilan una aversión visceral contra el sexo femenino. Lo cual invita a considerar que el trato cortés que exhibía hacia ellas no era más que hipocresía.

Aun siendo propia del siglo XIX una actitud despectiva hacia las mujeres, la de Nietzsche alcanzó el culmen. Buceando en su libro más célebre, Así habló Zaratustra, hallamos una auténtica perla: “El verdadero hombre ansía dos cosas: el peligro y el juego. Por eso quiere a la mujer como el juguete más peligroso. El hombre ha de ser educado para la guerra y la mujer, para el descanso del guerrero”. Un pensamiento que ha calado en el imaginario social, convirtiendo lo del descanso del guerrero como un axioma a sustentar o a repudiar.

 

Sí, un Nietzsche belicista y opresor. No cuestiona la guerra sino que prescribe su fomento; no ve en las mujeres otra utilidad que la de servir al guerrero. No obstante, en su vida cotidiana fingía respetarlas. ¡Qué gran malestar interior debía de corroerle!… 

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