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Recientemente se ha publicado el Informe anual sobre la violencia contra los niños por la ONU (2022). En este se resumen los efectos dañinos que ha tenido la pandemia de la enfermedad por coronavirus en la protección de la infancia y el bienestar de los niños y niñas de todo el mundo. El documento presenta un caso basado en evidencias centrado en la inversión en servicios integrados y fortalecidos para los niños, niñas y sus cuidadores, destacando su papel clave como agentes de cambio. Analiza las medidas que ha adoptado a nivel mundial, regional y nacional para cumplir su mandato y ofrece un panorama general de los resultados obtenidos. El informe destaca cómo ha aumentado la violencia contra los niños y niñas, aunque se ha vuelto menos visible, durante los dos últimos años de pandemia, y describe por qué es esencial invertir en actuaciones que protejan la infancia con el fin de hacer realidad los objetivos de la Convención sobre los Derechos del Niño y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Son numerosas las evidencias de que la violencia contra los niños en el hogar, la comunidad y en línea ha aumentado durante los dos años de la pandemia, y además hay pruebas de un aumento relacionado con la violencia de género. Por otro lado, el grave impacto socioeconómico de la enfermedad ha aumentado los riesgos de trabajo infantil, explotación sexual infantil, trata y contrabando, matrimonio infantil y el reclutamiento de niños en grupos delictivos y armados. Como sabemos la violencia tiene efectos devastadores inmediatos, de por vida e intergeneracionales en los niños, las niñas y sus familias. La violencia daña gravemente la salud física y mental de la infancia y socava su capacidad de aprendizaje.  

Algunos de los contenidos de este informe no nos resultan desconocidos ya que en su anterior documento publicado sobre este tema , Informe sobre la situación mundial de la prevención de la violencia contra los niños (2020), ya se hacía referencia a la gravedad de la situación derivada de la pandemia y se insistía en la necesidad de adoptar medidas radicales para incrementar el apoyo colectivo a los esfuerzos de prevención basados en evidencias para acabar con la violencia. También se centra en la necesidad de cooperación y financiación.

En definitiva, a través de este informe, elaborado en base a las lecciones de la pandemia y otras crisis, la ONU saca a la luz datos que alertan sobre la necesidad urgente de acelerar el proceso de erradicación de la violencia contra la infancia y nos da claves para perseguir la transformación social que tanto deseamos a favor de una sociedad libre de violencia.

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