Esta pianista y compositora nació en New Hampshire, en 1867, fue una de las pocas compositoras de EE.UU reconocidas internacionalmente en ese momento, hay que destacar que fue una compositora clásica.
Desde su infancia demostró un gran talento para la música, con sólo un año Amy Beach ya tarareaba muchas melodías con precisión y en la tonalidad en la que las había oído originalmente Su concentración a la hora de escuchar música era extraordinaria y pasaba horas escuchando a su madre tocar el piano o cantar.
Aprendió a leer a la edad de 3 años, lo cual le facilitó para empezar a componer desde muy pequeña, y a sus 4 años se inició con el piano, y a esa edad compuso sus primeras piezas para piano. Amy tenía oído absoluto y atribuía colores diferentes a cada tonalidad.
En 1883 debutó en uno de los teatros con más reputación de Boston tocando el Rondó en Mi bemol mayor de Chopin y el Concerto No. 2 en Sol menor de Ignaz Moscheles. el concierto hizo que Amy ganara reconocimiento
Su primer gran éxito fue la Misa en Mi bemol mayor, que se interpretó en 1892 por la Handel and Haydn Society y que fue muy bien recibida por los críticos y por el público. A esta le siguieron obras como Eilende Wolken y su primera sinfonía, la Sinfonía Gaélica, que terminó de componer en 1896. En general, sus composiciones tienen un carácter romántico, a menudo comparado con el de Brahms.
Amy Beach, la primera compositora estadounidense en tener éxito en formas orquestales más grandes La Sinfonía gaélica de Beach de 1896 se basó en material temático irlandés como fuente y modelo.
La música de cámara de Beach incluye una sonata y varias otras piezas para violín y piano, un quinteto con piano, un trío con piano y otras obra
Entre sus obras destaca especialmente el Concierto para piano y orquesta op. 45, una composición de peso, escrita magistralmente. Su temática, apasionada y tan bien moldeada con la parte orquestal, la convierten en un concierto muy válido.
Otras dos obras de calidad son la suite para piano Children’s Carnival op. 25, y la Romanza para violín y piano op. 23, que escribió en su día para la gran violinista norteamericana Maud Powell. Es una pieza única. Muy sentida.
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