En el #WorldCitiesDay, Onu Mujeres ha realizado un llamamiento para que las ciudades garanticen la seguridad de las mujeres y las niñas en el transporte público y para que brinden rutas alternativas accesibles, iluminadas y seguras.
La preocupación por la seguridad de las niñas y las mujeres en espacios públicos durante el COVID-19, ha llevado a Onu Mujeres a elaborar un informe que señala las tendencias y recomendaciones para garantizar ciudades más seguras durante las diferentes fases de la pandemia. Este análisis reconoce los altos índices de violencia sexual que sufren mujeres y niñas tanto en espacios públicos como privados. Algunos de estos datos son:
- En Canadá 1 de cada 3 mujeres se ve sometida a acoso sexual no deseado en espacios públicos.
- En India más de dos tercios de las mujeres, jóvenes, niñas adolescentes y hombres, opinaron que los espacios públicos de pueblos rurales no eran seguros para las mujeres después del anochecer.
- En Cuenca, Ecuador, el 90% de las mujeres que viven en áreas urbanas afirmaron haber experimentado alguna forma de acoso sexual en los 12 meses anteriores.
- En la Unión Europea, una de cada 10 mujeres, han experimentado ciber-acoso, desde los 15 años de edad.
Las diferentes formas de violencia sexual en espacios públicos abarcan desde comentarios sexuales y tocamientos no deseados hasta violaciones y asesinatos por razones de género. Sucede en las calles, en los autobuses, en los trenes, cerca de colegios y hospitales, en parques, baños públicos, mercados y sitios de distribución de agua y comida y en diversos entornos (urbanos, rurales, en línea, en conflicto o después del conflicto).Es una violación de los derechos humanos ya que reduce la capacidad que tienen las mujeres y las niñas de participar en la vida pública, laboral y educativa y limita su acceso a servicios esenciales y su aprovechamiento de oportunidades culturales y recreacionales. Es persistente e influye de manera negativa en su salud y bienestar, además de suponer muchos otros costes para las comunidades.
Las mujeres y niñas que viven en condiciones de pobreza, incluidas las que pertenecen a grupos socialmente excluidos y estigmatizados (indígenas, migrantes, discapacitadas, desplazadas, etc.), corren un mayor riesgo de sufrir violencia sexual y son más vulnerables a sus efectos negativos por lo que habrá que garantizar mayores medidas de seguridad para protegerlas.
Muchas mujeres y niñas evitan denunciar la violencia sexual no solo por miedo a las represalias, la falta de confianza en las autoridades, la ausencia de legislación relativa al acoso sexual en lugares públicos o la carencia de su implementación, sino también por culpa del estigma o por sufrir mayores restricciones de movilidad. Las sociedades tenemos un papel fundamental para posicionarnos unidos y unidas, siempre del lado de las víctimas y ofrecer redes de apoyo infinitas para combatir la soledad que deja totalmente vulnerables a las víctimas y a quienes se atreven a defenderlas. Los movimientos sociales como el #Metoo o #NiUnaMenos son un ejemplo de esas redes para avanzar hacia ciudades más seguras contra la violencia, que deja claro que somos muchas las personas que no lo vamos a tolerar y que lo rechazamos totalmente.
Un tipo de violencia que está aumentando considerablemente es la violencia en línea. Se puede dar de diversas formas como el acoso, la intimidación, el acoso sexual y el boicoteo o la ofensa sexual. Algunos ejemplos incluyen el envío de vídeos pornográficos no solicitados mientras las mujeres acceden a un evento social mediante una sala de chat virtual o comentarios sexuales no deseados en cuadros de chat durante reuniones de trabajo o clases en línea. La oficina de eSafety Commissioner de Australia informa que el abuso y el acoso en línea han aumentado en el último mes en un 50% y que el acoso dirigido a niñas y niños ha aumentado en un 21 % en plataformas de chat de vídeo. Según la Europol, la actividad en línea de las personas que buscan material de abuso infantil está aumentando durante la pandemia.
