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Mala hierba nunca muere, reza el refranero, y eso puede aplicarse a Irmgard Fuchner, que fue colaboradora de los nazis y que ahora es casi centenaria. Una mujer que ha intentado esquivar el tribunal que ha de juzgarla por contribuir al asesinato de más de 10.000 cautivos. 

Los hechos que se le imputan ocurrieron entre 1943 y 1945, cuando era secretaria del comandante del campo de Stutthof, en Polonia, donde ayudó en el exterminio de judíos, prisioneros de guerra rusos y resistentes poloneses. Mucho ha tardado la justicia en incriminarla, pero al fin, tres cuartos de siglo más tarde, ha sido atrapada. 

La cruel nonagenaria vive en una residencia para ancianos, y de allí escapó el día que debía presentarse ante el tribunal que ha de juzgarla. Fuga fallida, puesto que cuatro horas más tarde fue detenida por la policía. La vista se ha aplazado hasta el próximo 19 de octubre, tras haber comprobado los médicos que su salud permite el enjuiciamiento. 

Irmgard Fuchner ha tenido agallas para huir, como las ha tenido para envejecer sin que la mala conciencia la atormentara. De lo contrario, los remordimientos podían haberla aniquilado. Entristece que una mujer figure en la pizarra de los desalmados, pero de todo hay en la viña del Señor, mencionando, para concluir, otro proverbio popular.