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Esta semana, en la Cumbre de los Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas, se presentó un nuevo informe de UNICEF que alerta de que el aumento de la pobreza, las desigualdades, los conflictos, los desastres relacionados con el clima y las emergencias sanitarias, como la pandemia por COVID-19, están contribuyendo a una crisis nutricional entre los y las más jóvenes del mundo. Advirtiendo que una malnutrición durante los dos primeros años de vida puede comportar daños irreversibles en el desarrollo y el aprendizaje, siendo un periodo crucial en el que la infancia comienza la transición a los alimentos sólidos. 

El informe “¿Alimentado para fracasar? La crisis de la alimentación en los primeros años de vida” apunta que los y las menores de dos años son los más vulnerables a todas las formas de malnutrición, al ser un periodo de vida crucial debido a la mayor necesidad de nutrientes esenciales por kilogramo de peso corporal que en cualquier otro momento de la vida. Por tanto, advierte que una ingesta insuficiente de los nutrientes que se encuentran en las verduras, las frutas, los huevos, el pescado y la carne necesarios para apoyar el crecimiento a una edad temprana pone a la infancia en riesgo de un desarrollo cerebral deficiente, un aprendizaje débil, una inmunidad baja, un aumento de las infecciones y, potencialmente, la muerte. 

Sin embargo, las cifras que aporta el informe señala que 2 de cada 3 niños de entre 6 meses y dos años no reciben las dietas nutritivas que necesitan para crecer bien. Lo que  percata de la necesidad de garantizar que toda la infancia se beneficie de las dietas variadas para crecer, desarrollarse y aprender al máximo de su potencial. 

Por ello, hace una llamamiento a los gobiernos, instituciones y organizaciones civiles a transformar los sistemas de alimentación promoviendo actuaciones que aseguren dietas nutritivas, seguras y asequibles a todos los niños y niñas, aumentando la disponibilidad de frutas, verduras, huevos, carne, pescado y alimentos enriquecidos. Al mismo tiempo que señala que es necesario que se apliquen normas y leyes nacionales para proteger a la infancia de los alimentos y bebidas procesados y ultraprocesados poco saludables y a poner fin a prácticas de comercialización perjudiciales dirigidas a la infancia y a las familias. También apunta a difundir a través de los medios de comunicación la conveniencia de los alimentos nutritivos y seguros con la finalidad de hacer llegar a las familias y a la infancia información clara y coherente.

La Directora Ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, insta a sentar las bases de sistemas alimentarios mundiales que satisfagan las necesidades de todos los niños y todas las niñas, para que nadie se quede atrás. 

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