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Hace tiempo se pensaba que en el cerebro no se podían generar nuevas neuronas, se entendía como una entidad estática e invariable que, simplemente, degeneraba a medida que envejecíamos o debido a lesiones cerebrales. No obstante, a partir de los experimentos de la bióloga de la Universidad de Berkeley (Estados Unidos) Marian Diamond, se demostró en 1964 que el cerebro adulto era plástico y adaptativo y cambiaba a lo largo de la vida. 

Desde los estudios pioneros de neuroplasticidad, múltiples han sido las evidencias científicas que demuestran cómo factores tales como la dieta, la actividad cognitiva diversa, el ambiente social, la novedad y el ejercicio físico son elementos que favorecen indiscutiblemente este fenómeno.

En este caso, la BBC se centra en cómo el ejercicio físico puede contribuir a reducir el riesgo de enfermedades como el Alzheimer y a mejorar la pérdida de memoria relacionada con la edad, según el estudio de Rudolph E. Tanzi, de la Universidad de Harvard. Pascual Leone, en su libro “El cerebro que cura” (2019), explica que el ejercicio físico regular produce sangre oxigenada que nutre las células del cerebro y fomenta el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos en el hipocampo, el cerebelo y otras regiones del cerebro y apunta también que parece que puede ayudar a disolver las placas patológicas que contribuyen a la enfermedad del Alzheimer. 

En el estudio de Tanzi se encontró que el ejercicio aeróbico durante ocho semanas puede doblar la ratio de generación de nuevas neuronas en el hipocampo, en comparación con aquellos sujetos que no realizan ejercicio. Intensificando la función del hipocampo se puede mejorar la forma en que las personas aprenden nueva información y acceden a la memoria a corto y largo plazo. Sin embargo, no está claro qué tipo de ejercicio aeróbico funciona mejor, ni cuánto ni cuánto tiempo es suficiente. Existen datos que sugieren la recomendación de entre 120 y 150 minutos de ejercicio de intensidad moderada por semana.

En lo que sí que parece que se está de acuerdo es que lo que importa es que sea un ejercicio físico regular, puede ser ir en bici, andar, jugar al tenis, bailar… que ha de requerir un esfuerzo de determinadas partes del cuerpo. De momento, el ejercicio aeróbico es el que parece que presenta beneficios más claros y significativos para el cerebro. 

La ciencia nos aporta siempre esperanza y libertad. Ya Ramón y Cajal (1894) decía que “toda persona, si se lo propone, puede ser escultora de su propio cerebro” y Rita Levi, en su libro El as en la manga (1999) rompe con el determinismo que algunas personas nos quieren hacer creer diciendo que la pérdida de memoria es inevitable con la edad: “existe un antídoto para esta creación tan negativa: ser conscientes de nuestra inmensa capacidad cerebral”.

Podemos esculpir nuestro cerebro, en este caso a través de la actividad física regular, para mejorar nuestra memoria con el paso de los años y no caer en determinismos que nunca mejoran ni nuestras vidas ni la de otras personas. 

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