Casi uno por mes, a causa de una violencia vicaria fruto del machismo más execrable. De todos los asesinatos intrafamiliares, cada cual con su definición, el filicidio infantil por parte de un padre estremece en especial por cuanto la víctima es siempre inocente y por cuanto el objetivo final es hacer daño a la madre. Machismo extremo. ¿También enfermedad mental?
Porque la pregunta a hacernos es, ¿acaso él no ama a su hija o hijo? Tal vez no, porque solo se ama a sí mismo. Tal vez la enajenación mental empaña sus sentimientos. Tal vez el odio a la mujer es inmensamente superior al amor hacia su descendiente. Lo mató para hacerte daño a ti, le está diciendo a ella, para que sufras durante toda tu vida.
Algunos filicidas se suicidan después de haber cometido el crimen; otros, huyen. En el primer caso, siempre surge una dolorosa exhortación: “¡¿Por qué no te mataste tú primero?!” El rencor de algunos hombres transformado en odio feroz se ha acrecentado en los últimos tiempos impelido por la mayor libertad de las mujeres, por la reclamación de sus derechos, por la autonomía con que son capaces de desenvolverse.
Los niños y jóvenes actuales deben aprender en la escuela, en casa, en los libros y a través de los medios audiovisuales que las mujeres jamás serán de su propiedad. Deben entenderlo, tenerlo claro, para poder soportar una separación sin buscar venganza, sin enloquecer hasta el asesinato.
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