En 1852 se editan como libro, “La cabaña del Tío Tom”, las entregas serializadas que Harriet Beecher Stowe (1811- 1896), había publicado en el periódico abolicionista “The National Era” entre 1951 y 1952. El día de su lanzamiento se vendieron 3.000 ejemplares, un año después se habían vendido 300.000 y se empezaba a extender por Europa. En cinco años se habían vendido 500.000. La novela se tradujo a más de veinte idiomas. La cabaña del tío Tom fue la novela más vendida en el siglo XIX . Considerada como un de clásico de Literatura Infantil y Juvenil (LIJ) desde el siglo XX, no se concibió como tal, apropiándoselo con el tiempo los/las jóvenes lectores.
Cuando escribió el libro Stowe, la esclavitud en Estados Unidos era legal y esta obra contribuyó a concienciar y a posicionar contra la inhumanidad de la esclavitud, la hizo reconocible. Se dice que cuando el presidente Lincoln conoció a Stowe en 1862, en plena Guerra de Secesión, expresó : «De manera que es usted la pequeña mujer que escribió el libro que provocó esta gran guerra». Harriet media 1,50 m.
Annette Gordon-Reed (2011) destaca: “¿Qué se necesita para persuadir, para trasladar a las personas de una posición a otra o para que se preocupen por un tema que nunca ha despertado su interés? ¿Cómo se consigue que una masa crítica de personas crea que una disputa afecta su visión de sí mismos como individuos y del mundo en el que viven?”, afirmando que la novela de Stowe cambió la opinión pública sobre la esclavitud. Gordon -Reed cuenta que Stowe fue una lectora convencida desde pequeña que leía todos los libros disponibles, desde viejos tratados de teología, hasta “Las mil y una noches” o «Magnalia Christi Americana» de Cotton Mather, una serie de historias sobre el desarrollo de la Nueva Inglaterra puritana”.
La autora fue la séptima hija de los trece descendientes de Lyman Beecher, un ministro religioso abolicionista de Boston, y de Roxana Foote Beecher, hermana de otro conocido pastor protestante Henry Ward Beecher. En 1832, su familia se mudó a Cincinnati, ciudad destacada por su posicionamiento abolicionista, y su padre fue el primer presidente del Seminario Teológico de Lane. Harriet allí se aproximó más a la reflexión sobre la existencia de la esclavitud y del tren subterráneo. Enseñó en el Western Female Institute , lugar en el que también era profesor su futuro marido. Se educó en academias femeninas, incluido el Hartford Female Seminary, fundado y dirigido por su hermana mayor Catherine, pionera de la educación femenina. Itsaso Álvarez señala (2015): “Stowe nunca se mostró partidaria de un feminismo radical, aun siendo su hermana más joven, Isabella Beecher Hooker, una de sus más fervientes defensoras. Y aunque sí estaba a favor del voto para la mujer, ella no fue miembro activo de dicho movimiento. Sin embargo, ideológicamente ambas creían en el matriarcado como modelo de una sociedad justa y equilibrada, un modelo para la reconstrucción de América fundado en el precepto del amor como opuesto al poder patriarcal. Más aún, Stowe juzgará los valores femeninos como el fundamento de una revolución ética en América.”
Stowe encontró amigos de ideas afines en una asociación literaria local llamada Semi-Colon Club. Se casó con Calvin Stowe, que aceptó un puesto de profesor en Bowdoin College y se mudaron a Brunswick. La pareja tuvo siete hijos y Harriet escribió historias para complementar los escasos ingresos familiares, escribiendo: «No soy más que un simple esclavo con pocas ideas más allá de los bebés y las tareas del hogar». Sin embargo, escribio más de veinte libros, ensayos y artículos diversos.
En 1850, el Congreso aprobó la Ley de esclavos fugitivos y el matrimonio trabajó por la causa abolicionista. Su familia ya estaba comprometida con la justicia social. Su padre adoptó una clara postura abolicionista tras los disturbios de Cincinnati a favor de la esclavitud en 1836, reforzando el abolicionismo de su familia. Su hermana Catharine influyó en las opiniones sociales de Harriet. Y su hermana, Isabella era una lideresa de la causa sufragista. Harriet decide escribir una obra con un protagonista esclavo denunciando la esclavitud con una intención abolicionista Algunos de los personajes reflejaban a personas de la vida real como Josiah Henson, un esclavo fugitivo que escapó de Kentucky a Canadá con el ferrocarril subterráneo con su mujer y sus hijos.
Stowe había nacido en Litchfield (Connecticut), así que la acusaron de desconocer el contexto sureño. Ella nunca negó que no había estado en una plantación, y explicó que se había inspirado en los esclavos fugitivos que habían llegado hasta el lugar en el que vivía: «Las escenas que observó en el río Ohio, incluyendo ver a un esposo y una esposa siendo vendidos por separado, así como también periódicos y revistas y entrevistas, contribuyeron con material a la trama emergente. La familia compartió su sentimiento abolicionista y fue activa en la ocultación de esclavos fugitivos», recoge la biblioteca de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee” (Herrero, 2020). En 1853 publicó, «Una llave para la cabaña del tío Tom», en el que: “documentaba cada una de las dudas que sobrevolaban su obra. Pero quiso ir un paso más allá y ya no solo atacó a la propia esclavitud, sino que quiso mostrar cómo el sistema legal era el que permitía dicha actividad, así como el maltrato de los propietarios a los esclavos” (Herrero, 2020).
James Baldwin criticó a Stowe en su ensayo de 1949 «Everybody’s Protest Novel», por ejemplo por su descripción del tío Tom muriendo en manos de Legree. Y ya en la década de los sesenta algunos miembros del Black Power lo denostaron porque “los personajes de la obra padecían una resignación insufrible en lugar de armarse para combatir la opresión” (Vidal, 2002). La escritora Ursula K. Le Guin, en “sobre la escritura, la lectura, la imaginación”(2020), defiende ese espacio de la negociación en el que la paciencia genera cambios: “Hay un punto medio entre la defensa y el ataque, un punto para la resistencia flexible, un espacio abierto al cambio. No es un espacio fácil de hallar y habitar (…) Aun cuando alcancen el punto medio, es posible que nadie se lo agradezca. El tío Tom de Harriet Beecher Stowe es un esclavo que muere azotado después de hacer el valiente intento de convencer a su amo de que cambie de opinión y negarse de manera inamovible a azotar a otros esclavos. Sin embargo, insistimos en utilizarlo como un símbolo de la capitulación y el servilismo abyectos. Al admirar el desafío heroicamente inútil, despreciamos la resistencia paciente”.
El éxito del libro fue tal que surgió lo que se denominó “Tomitudes» que incluía “(de todo, desde latas de galletas y platos de barro hasta juegos de cartas y cajas de rapé), y el auge de los populares «espectáculos de Tom», adaptaciones teatrales del libro” . Celso Thomas destaca que Rafael María de Labra, presidente de la Sociedad Abolicionista Española desde 1860, destacó que la obra fue bien recibida por revelar «los horrores de la servidumbre negra; esto es la esclavitud moderna en toda su hediondez y con todos sus escándalos». En 1853 se estrenó en Madrid “La cabaña de Tom, o la esclavitud de los negros”, adaptación de Ramón de Valladares y Saavedra. Posteriormente se representó en Barcelona y compañías teatrales más pequeñas la incluyeron en su repertorio y giras, incluyendo también nuevas versiones. Este investigador incide en que, las representaciones teatrales de la obra, influyeron también en debates sobre la literatura relacionada con la esclavitud, impulsando su visibilidad en la cultura popular local de países como México y visibilizando otros aspectos del colonialismo.
En el diccionario histórico de la traducción en España se evidencia la rápida traducción al español, el mismo año de su edición ya aparece “La choza de Tom, o sea Vida de los negros en el Sur de los Estados Unidos”, en versión de Wenceslao Ayguals de Izco, basada en una traducción francesa , hubo otras ediciones. También «Una llave para la cabaña del tío Tom» se tradujo en 1855 pero no consta que se volviera a editar o a traducir. Ya en el siglo XX, las ediciones y traducciones aumentarían dirigidas a lectores y lectoras de LIJ.
Gordon-Redd (2011) destaca que Stowe acaba con el mito del Sur como una tierra de esclavistas paternalistas, destacando: “Stowe se esforzó por no demonizar a todos los sureños ni beatificar a todos los norteños. En su opinión, nadie era corrupto por naturaleza; el sistema de esclavitud echó a perder todo y a todos los que tocó. Pero su historia fue eficaz porque atacó directamente las pretensiones sureñas”. Y también evidencia: “El maltrato sexual de las mujeres esclavizadas era un elemento básico de la literatura abolicionista, y Stowe lo describió con especial fuerza. La modestia de la época, sin embargo, permitió a los apologistas de la esclavitud considerar a cualquiera que planteara el tema como de mal gusto y grosero. Thomas Jefferson Randolph, el nieto mayor de Jefferson, escribió con amargura sobre Stowe en sus memorias inéditas tardías y buscó explícitamente equiparar toda la obra con sexo sórdido”, exponiendo “¿Cuál fue el resultado probable de darles a los hombres el control sobre los cuerpos de las mujeres que no pueden decirles que no? (…) Stowe planteó a sus conciudadanos la pregunta que se había hecho a sí misma: “¡Este horror, esta abominación de pesadilla! ¿Puede ser en mi país? En la década siguiente a la publicación de la novela, un segmento creciente de la población decidió que no podía, incluso si eso significaba ir a la guerra.” Como escritora Stowe también escribió sobre los derechos de las mujeres, a las que llegó a comparar con los esclavos por lo precario de su situación legal. Pensemos como destaca Kindelan (1990) que Stowe participa en la nueva definición de la naturaleza, posición y rol de la mujer. En 1848 la Convención de “Seneca Falls” marca el primer paso de la declaración de los derechos de la mujer y de vindicación del sufragio, un proceso de emancipación conectado con el movimiento abolicionista cuyas activistas propugnaban, además de la abolición de la esclavitud, la igualdad de la mujer vindicando los mismos derechos, educación y salario que el hombre. Stowe denuncia “no solo a los propietarios y a los capataces de esclavos, sino a todos aquellos que aceptan y explotan el comercio de esclavos como fuente de recursos económicos”.
En las últimas décadas se ha enfocado desde la perspectiva de género, teniendo en cuenta que la escritura de las mujeres no recibe el mismo trato que la escrita por los hombres. Gordon-Reed evidencia que Stowe “entendió cómo se efectúa el cambio en la sociedad, y utilizó las herramientas que tenía, ofreciendo una nueva narrativa, podría decir una nueva “visión”, que era explícitamente moral y, en ese sentido, extralegal: más allá del cálculo del poder y el interés, y firmemente en el ámbito del bien y del mal. El atractivo abiertamente religioso de la novela para el lector, a veces una representación de los negros que induce a la vergüenza, y el sentimentalismo descarado pueden irritar las sensibilidades modernas. Pero Stowe sabía cosas —oyó cosas, vio cosas— que nosotros, en parte gracias a ella, nunca nos veremos obligados a afrontar: la esclavitud estadounidense como era.”
También se ha reflexionado sobre la novela desde estudios sobre la masculinidad hegemónica basada en los estudios de Connell (Gómez,2007), analizando la construcción social , que implica ideología cultural, de la aceptación pública de la violencia, la brutalidad, el abuso y la intimidación ( no obedecer implicaba castigos como los azotes) sobre los esclavos. Stowe generó narrativas que claramente se oponían a esa masculinidad hegemónica, basada en la complicidad entre los hombres esclavistas.
Entender el contexto de la escritura y de quién escribe es imprescindible, siempre. No podemos leer a los clásicos si no nos aproximamos al contexto sociocultural e histórico en el que fueron escritos, a la mentalidad del momento, para así poder valorar la escritura de las mujeres, y su valentía y su coherencia para desafiar y transgredir , los límites que les eran impuestos.
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