
El pasado mes de abril, United Nations Girl’s Education Initiative (UNGEI) publicaba el Informe Leave No Girl With Disabilities Behind (No dejar atrás a ninguna chica con discapacidad), cuyo título se inspira en la ley No Child Let Behind, que fue aprobada por el Congreso de los EE. UU. en el año 2002 con la finalidad de ayudar al alumnado a obtener mejores resultados.
El Informe introduce el hecho de que, a pesar de que el derecho de todo niño y niña a recibir una educación de calidad, fue consagrado principalmente en la Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño y la Niña (UNCRC) y también en otros, como el tratado sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (UNCRPD), la realidad es que nueve de cada diez niños y niñas con diversidad funcional procedentes de países en desarrollo sufren exclusión educativa, siendo en su mayoría niñas. Según UNGEI, a las niñas con diversidad funcional aún se les niega el derecho a la educación, muchas veces debido a la doble discriminación y las múltiples formas que esta adopta al intereseccionar el género y la discapacidad. Como resultado, encontramos que a nivel mundial, la tasa de alfabetización de personas adultas con diversidad funcional es del 3%, mientras que para las mujeres con discapacidad, solo del 1%.
Las investigaciones demuestran que la exclusión educativa perpetúa las desigualdades sociales y económicas y su correlación con el aumento de la violencia. Además, la crisis por la pandemia de COVID-19 ha evidenciado el valor de las escuelas como espacios de protección y bienestar y de ahí que organismos internacionales como la UNESCO se hayan propuesto objetivos como lograr que las escuelas sean una realidad para todos los niños y niñas, en todo lugar y en todo momento, en línea con uno de los pilares fundamentales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible como es el derecho a acceder a una educación de calidad para todos y todas.
Uno de los hallazgos que el Informe de UNGEI plasma es que las niñas con discapacidad tienen más probabilidades de experimentar acoso, violencia y abuso, tanto dentro como fuera de la escuela, que sus compañeros y compañeras. En general experimentan altas tasas de violencia agravadas por el hecho de sufrir barreras comunicativas que les impiden o dificultan poder informar acerca de los incidentes o acceder a los servicios de ayuda.
Por otra parte, el impacto de la pandemia ha afectado especialmente a mujeres y niñas. Los cierres prolongados de las escuelas han amenazado seriamente años de progreso en el camino de construir una educación inclusiva y, según UNGEI, las niñas con diversidad funcional se han visto particularmente afectadas.
Tras arrojar luz sobre esta realidad y poner el foco en las principales barreras en la educación de las niñas con diversidad funcional, el documento establece una serie de recomendaciones dirigidas a líderes mundiales, gobiernos, ministerios, agencias internacionales y ONG, que ofrecen un marco para la acción basada en los derechos y principios fundamentales para lograr una perspectiva inclusiva que, necesariamente y por definición, ha de incluir el género con el fin de que realmente ninguna niña con diversidad funcional se quede atrás.
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