
Cruz Roja tiene en marcha un programa para cuidar a las personas que cuidan que atiende anualmente a 240.000 personas mayores y cuidadoras no profesionales mediante planes de atención telefónica y labores de acompañamiento, según informa El Levante.
El Covid-19 ha provocado situaciones inesperadas para muchas personas, como las de María José, una joven que en estos momentos tiene que dedicar las 24 horas a cuidar de su padre, un hombre de 93 años. Cuidar a otras personas sabemos que reporta beneficios en la salud, pero también comporta una serie de sentimientos que pueden ser perjudiciales cuando las personas que cuidan se sienten solas en una situación como la descrita anteriormente.
Estas tareas de cuidado no profesionales son invisibles a los ojos de la sociedad porque, entre otros motivos, ocurren de puertas hacia dentro y no constan en ningún registro por no ser una actividad remunerada. Muchas personas que están en esta situación no piden ayuda porque desconocen que existen programas como el de Cruz Roja -que atiende anualmente, de forma presencial y online, a más de 240.000 personas mayores y cuidadoras no profesionales- o incluso prestaciones como la Ley de Dependencia, que ofrece servicios a los que la ciudadanía tiene derecho, también si son personas cuidadoras.
Vicenta, una voluntaria de Cruz Roja que está en este programa, dice que las personas que cuidan se ven aisladas y tienen que dejar de hacer las cosas que venían realizando en sus vidas por dedicarse plenamente a las personas que tienen que cuidar y, según ella, les genera un sentimiento de culpa el hecho de pedir ayuda por miedo a ser juzgados por las personas cercanas o la sociedad. Poder hablar con los y las voluntarias que trabajan en este programa las alivia porque sienten que pueden pedir ayuda sin que nadie las juzgue; el voluntariado también puede pasar algún momento con la persona dependiente para que quien la cuida pueda salir a pasear, por ejemplo.
Como dice Maria José, llevar cualquier situación difícil sola es agotador y, como hemos dicho, perjudica la salud en todos los sentidos. Por ello, saber que cuentas con una persona que te apoya y que está ahí cuando la necesitas, crea la resiliencia que permite gestionar con éxito las situaciones más adversas.
Con este programa se vivilibiliza el apoyo que necesitan las personas que ayudan a otras; porque lo duro no es ayudar, es quedarte solo en ese acto. Cuidar a quien cuida, proteger a quien protege… en definitiva, no dejar solas a las personas que ayudan a otras personas, debería ser algo que la sociedad aprendiera desde las primeras edades. Para avanzar en un mundo más solidario se necesitan comunidades más solidarias que construyan redes que no dejen a nadie solo.
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