Siglo IX, ocho hijos y tres maridos, dos por obligación i el último por elección, con escándalo incluido. Almodis de la Marca, nacida en Francia, fue casada a los 15 años de edad por voluntad paterna, como era propio de la época. El designado fue Hug V, señor de Lusignan, al cual le dio un hijo del que pronto fue apartada, a despecho del pesar que esto le causara.
De nuevo sin tener arte ni parte, vio anulado su matrimonio por orden obispal con la alegación de consanguinidad. Sin embargo, por poco tiempo vivió ajena a la sujeción conyugal, dado que el propio Hug V concertó su unión con el conde de Tolosa Ponç III. Tres hijos más y convivencia hasta el año 1052, en el cual acaeció el divorcio. Fue este año cuando para Almodis comenzó una etapa de libre albedrío.
Enamorada de Ramon Berenguer I, conde Barcelona, y correspondida, ambos se desligaron de sus respectivos consortes y en 1056 contrajeron matrimonio por amor. Ponç III aceptó el divorcio, mas la esposa repudiada, Blanca de Empúries , consiguió del Papa la excomunión del conde. Una punición eclesial que no se prolongó más allá del año 1957.
Almodis fue madre otras cuatro veces, se da por sentado que con placer y gozando del afecto del esposo que había elegido. Por desgracia, su dicha no duró más allá de cinco lustros, puesto que en 1071, cuando contaba 51 años, fue asesinada por su hijastro Pere Ramon. Trágico final y, por lo demás, apertura de juicios malignos por parte de opresores y misóginos varios. Sin tolerar su liberación, la convertían en libertinaje.
La difunta condesa que había tenido tres maridos fue tachada de disoluta por boca de muchos y cuando ya no podía defenderse. Terrible, verbigracia, la reprobación del monje inglés William de Malmesbury, capaz de dictaminar, un siglo más tarde, que “la desgraciada pasión de la mujer sin vergüenza se apoderó de ella, y cuando el largo uso de un solo hombre le cansaba, emigraba hacia otras moradas”.
No se le perdonaba que hubiera ejercido la libertad, aunque solo una vez en su vida. Se unió a Ramon Berenguer I por amor, y obtuvo un goce compartido del que pocas mujeres de su tiempo pudieron disponer.
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