Afrin, rodeada de montañas, es una ciudad situada al noroeste de Siria. Estuvo ocupada por las milicias kurdas hasta que en 2018 el ejército turco, con ayuda de las unidades del llamado a sí mismo ejército libre sirio, las echó y tomó la ciudad. Aunque mucha de la población que habitaba en el valle ya había huído de los combates y bombardeos perdiéndolo todo, quienes no han podido hacerlo sufren los abusos y la violencia de una guerra que aún hoy perdura. El pasado 31 de diciembre, el medio Atalayar se hacía eco de la reciente investigación parlamentaria presentada por Tulay Hatimogullari, diputada del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), en relación con los secuestros de cientos de mujeres y niñas en el norte de Siria que son llevadas a Libia para ser vendidas como esclavas sexuales. Según afirma el medio, más de 200 mujeres han sido secuestradas desde la invasión. Los organismos internacionales siguen denunciando la vulneración de los derechos humanos y el peligro que corren las vidas de las personas civiles que han quedado atrapadas en el conflicto armado.
Este es el motivo por el cual nace Missing Afrin Women Project (MAWP), dedicado a compilar informes de secuestros y desapariciones de mujeres y niñas en Afrin a manos de mercenarios. El proyecto trabaja enumerando y mapeando cada incidente denunciado con el nombre de la persona, la fecha y el lugar en el que se sitúa así como el grupo armado responsable y si se informó que la persona fue puesta en libertad, además de otros detalles que puedan resultar de relevancia. También se marcan los casos en que se denuncia tortura o violencia sexual. MAWP advierte que todos los datos que se recopilan se basan en informes y, cuando existe información contradictoria de diferentes fuentes, se incluyen todas ellas.
Desde el proyecto se denuncia y visibiliza que las mujeres están desapareciendo en Afrin a manos de los grupos armados y que desde 2018 es imposible conocer con exactitud los detalles porque la población civil tiene mucho miedo a las represalias si informa y, en el caso de periodistas y observadores externos, está siendo prácticamente imposible introducirse en el área. Actualmente se han documentado más de 150 desapariciones, según los informes de los medios de comunicación locales y las organizaciones pro derechos humanos que aún operan por la zona.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la violencia a la que está siendo sometida la población civil. Por ello, esta es una valiente iniciativa que está contribuyendo a romper el silencio frente al pánico, la barbarie y las desapariciones, que sufren en especial, las mujeres, niños y niñas, de las que ya han dejado constancia para todo el mundo.
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