La ciencia ya ha demostrado en múltiples ocasiones que, para erradicar o minimizar conductas violentas en la adultez, debemos trabajar en ello desde edades muy tempranas, desde una perspectiva dialógica con todos los agentes implicados. ¿Se podría trasladar esta idea, replicando las mismas claves de éxito, en temas de extremismo y radicalización violenta?
En esta línea, en el artículo Grassroots community actors leading the way in the prevention of youth violent radicalization se analizan los resultados de la investigación realizada en el proyecto europeo PROTON, cuyo objetivo fue, entre otros, investigar los factores sociales, psicológicos y económicos existentes detrás del crimen organizado y las redes terroristas, incluida su conexión con el ciberdelito y el ciberespacio.
Según lo observado por este estudio, que analizó el impacto a nivel social y ético de las diferentes políticas de lucha contra el terrorismo y el crimen organizado en seis países europeos, hay varios factores que se deberían tener en cuenta.
Podemos destacar, ejemplo: 1) un enfoque bottom-up para establecer aliados con las partes interesadas clave de la comunidad o miembros de la familia para intervenir, lo que significa que se deben establecer relaciones de confianza desde la ciudadanía hacia los órganos de poder, que la comunidad y sus opiniones se tomen en cuenta para encontrar soluciones conjuntamente; 2) promover relaciones de amistad saludables y dignas de confianza, ya que la amistad verdadera no hace daño, según evidencias científicas recogidas de análisis realizados en actuaciones de éxito como el “Club de los Valientes”; 3) desacreditar el atractivo que puedan tener las personas violentas (“falsos héroes”), un tema más que demostrado por las evidencias científicas de los men’s studies y las masculinidades alternativas, y 4) disminuir la violencia en los diferentes contextos, especialmente en el socioeducativo.
Las políticas preventivas para luchar en contra del extremismo y radicalización hacia el crimen organizado entre la juventud se deberían centrar en este tipo de argumentos y evidencias científicas, 1) creando lazos de confianza con las personas en riesgo de ser captadas por este tipo de redes, 2) construyendo interacciones preventivas que den el apoyo necesario para que la juventud y sus entornos encuentren alternativas y tengan facilidad para el pensamiento crítico hacia el falso atractivo de estas conductas, y 3) dando los argumentos científicos necesarios para que cualquier joven pueda defenderse ante un discurso coercitivo que le prive de su libertad.
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