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Según un estudio de la Universidad de Cardiff, jugar con muñecas contribuye a la interacción social y a la empatía. Estas conclusiones han estado publicadas en la revista Frontiers of Neuroscience, recalcando el positivo impacto que las muñecas tienen en niños y niñas de entre 4 y 8 años de edad. No solo por encima de los juegos digitales sino también de otros como rompecabezas o manualidades diversas. 

Interesante investigación, sin duda, en especial porque incluye a criaturas de ambos sexos, aunque también hay que advertir el límite de edad. El rango de hasta los 8 años presupone implícitamente que a partir de aquí el ocio ya tomará otros caminos. Si bien, de hecho, la principal reflexión a hacerse radica en suponer que, ciertamente, los chicos jugarán con muñecas. Si miramos a nuestro alrededor, ¿cuántos niños pequeños veremos con una muñeca en brazos? Prácticamente, más allá de los 1 o 2 años, ninguno. ¿Cuántos padres y madres compran muñecas a sus hijos varones? La respuesta resulta obvia, y el resultado, también. Si el juego con muñecas despierta la empatía, eso es, la comprensión y la simpatía hacia los demás, los niños quedan al margen. Las niñas se harán mujeres y los niños hombres en distintas condiciones.

Indefectiblemente hay que recordar a Victòria Sau cuando pensamos en estos términos. Psicóloga, profesora de la UB y escritora, fallecida en 2013, fue una figura relevante del feminismo que puso énfasis en la importancia de la educación en la batalla contra la división sexual y el patriarcado. Ella plasmó la imagen de que si los muchachos jugaran con muñecas desarrollarían la misma ternura que experimentan las niñas al acunarlas, al fingir que las alimentan, que las cuidan cuando están enfermas. Todo un aprendizaje que no solo facilitaría la implicación de los hombres en la vida cotidiana, sino que les haría menos agresivos, que les haría odiar la guerra en el mismo grado en que las mujeres la han odiado a lo largo de los siglos.

Ojalá el estudio de la Universidad de Cardiff condujera a que padres y madres pusieran muñecas no solo en los brazos de las chicas sino también en los de los muchachos. Fomentar la empatía equivale a poner cerrojos a la indiferencia, la insensibilidad, la capacidad de hacer daño a los demás.

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