La revolución feminista de los útlimos años también incluye al arte. Históricamente, ha habido mujeres artistas que no han sido representadas ni en los museos ni en las exposiciones más importantes. Por ello, desde los años 80, grupos como las Guerrilla Girls cuestionaban si para que una mujer apareciera en el MET tenía que estar desnuda, ya que solo un 5% de las artistas eran mujeres, mientras que el 85% de los desnudos expuestos eran femeninos.
Tantos años de lucha han dado sus frutos y los museos a nivel internacional están exponiendo más obras de mujeres y de personas con diferentes orígenes culturales y étnicos. Así, una de las grandes pioneras que están incluyendo los museos en todo el mundo Artemisia Gentileschi (1593-1654).
La formación de esta pintora comenzó en el taller de su padre, el pintor toscano Orazio Gentileschi (1563–1639), uno de los grandes exponentes de la escuela romana de Caravaggio, de quien incorporó el fuerte naturalismo y el dinamismo en sus obras.
Toda su creación pictórica tiene un marcado carácter feminista. Su obra se caracterizó por la representación de personajes históricos femeninos en los que se identifican varios rasgos feministas y también un fuerte carácter autobiográfico y de denuncia, como han detallado varios historiadores e investigadoras desde hace años, ya que la vida y obra de Artemisia estuvo profundamente marcada por la violación por parte de su profesor y por la humillación y el escarnio público que sufrió al denunciar.
Convertida en superviviente, su trabajo fue reconocido en su época y lo es hasta nuestros días. En su momento, fue reconocida como una pintora original y brillante y la identifican con las heroínas trágicas que pintó.
Como las mujeres a las que retrató, fue una mujer fuerte, valiente y apasionada. Su obra, convertida en denuncia fue tenaz e infatigable, logró reinventarse y dedicó su vida a mostrar con arte todo lo que las mujeres son capaces de hacer. En definitiva, una heroína que logró romper el silencio mediante el arte.
