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Margareta Matacge. Wikipedia commons

Margareta Matache es una activista pro derechos humanos de origen rumano y, entre otras cosas, directora del Programa Roma del Centro de Salud y Derechos Humanos de la Universidad de Harvard (Health & Human Rights at Harvard University, FXB). Entre los años 2005 y 2012, la Dra. Matache fue la Directora Ejecutiva de Romani CRISS, una organización líder en la lucha por la defensa de los derechos del pueblo romaní. En 2012, Matache recibió una beca posdoctoral de Hauser en el FXB Center y allí fundó el primer y único programa de romaníes de la institución. 

En 2017 coeditó, junto a Jacqueline Bhabha y Andrzej Mirga, “Realizing Roma Rights” donde habla de la idea de discriminación persistente contra los y las romaníes en Europa junto con el auge de los movimientos nacionalistas de la derecha. Sobre este trabajo, el Nobel de Economía Amartya Sen declaraba que pone de manifiesto la riqueza de la historia de los romaníes: lo que el mundo le debe a este grupo enormemente desfavorecido y, no menos importante, lo que el mundo tiene que aprender de la cultura global de esta desafiante comunidad local [..,]. La Dra. Matache es coautora también, del volumen “Time for Reparation? Addressing State Responsibility for Collective Injustice” (Tiempo para reparar? Abordar la responsabilidad del Estado en la injusticia colectiva), publicado en 2019 y en el que se aborda el tema de las indemnizaciones en una amplia gama de situaciones histórico-geográficas así como en las disciplinas académicas. Otras publicaciones suyas se centran en los derechos de los niños, niñas y adolescentes romaníes, el racismo contra los romaníes, las segregación en la educación y la investigación-acción. 

El currículum y la trayectoria de Margareta Matache demuestran un más que sobresaliente trabajo, riguroso y de profundidad en el estudio y visibilización de la repetida vulneración de los derechos humanos que viene sufriendo el pueblo romaní desde hace siglos y aún en la actualidad.

A finales del pasado junio, M. Matache publicaba una carta al editor del medio POLITICO en respuesta a un artículo publicado en el mismo medio, en el que recogen las declaraciones de la Vicepresidenta de la Comisión Europea Margaritis Schinas, en una entrevista en vídeo organizada por Delphi Economic Forum, una organización sin ánimo de lucro con sede en Grecia, en las que realizaba la siguiente afirmación en relación con la ola de protestas que siguieron al asesinato de George Floyd en EE.UU.: No hay duda de que a Europa en su conjunto le ha ido mejor que a Estados Unidos en cuestiones de raza, también porque tenemos mejores sistemas de inclusión social, protección y atención médica universal

En su escrito, la investigadora de Harvard, es contundente y aclara con argumentos de solidez que las afirmaciones de Schinas no son ciertas ni para los romaníes ni otros grupos de población. Según explica Matache, la idea de que no hay racismo sistémico en el continente europeo es, al parecer, una creencia ampliamente compartida entre las personas que lo lideran, así como que la esclavitud fuera exclusiva en EE.UU. 

Debido a este motivo, expone cómo a lo largo de 500 años, las y los romaníes rumanos, niñas y niños incluídos, fueron vendidos, separados de otros miembros de la familia, violadas y golpeadas o golpeados. Matache protesta y se queja de lo doloroso que resulta ver a los y las europeas ignorar, negar y borrar la memoria de cinco siglos de violencia y explotación económica, cultural y física. La autora cita algunos ejemplos de daño colectivo como es el genocidio de 12.000 romaníes en España, la caza de gitanos en Holanda, el Holocausto, o la esterilización forzada de mujeres romaníes. 

No sólo aporta datos históricos, sino también de actualidad como el hecho de que la pobreza racial en las familias romaníes siga siendo extremadamente alta, como el caso de más de 1.500 romaníes, incluidos niños y niñas, que viven en condiciones tóxicas y peligrosas en los asentamientos del oeste de Rumanía. También en otros países los que las familias romaníes luchan contra el racismo ambiental y el desalojo forzoso. 

Matache recuerda cómo en abril de este mismo año, en Krompachy, Eslovaquia, un agente de policía golpeó a cinco niños (de 7 y 11 años) con una porra y amenazó con dispararles, o cómo en la localidad española de Rociana del Condado un ciudadano asesinó a un romaní delante de su hijo de 7 años. 

Matache explica que incluso la crisis sanitaria por la pandemia de COVID-19 no ha hecho sino agravar el problema y aumentar el racismo y la violencia contra las personas romaníes, con declaraciones por parte de algunos políticos europeos y medios de comunicación en los que salen retratadas como transmisores del virus

En definitiva, Matache demuestra que, si bien el racismo es un problema muy preocupante en EE.UU., no lo es menos en Europa. Con hechos de ahora y de otras épocas del pasado, evidencia que combatir el odio y la discriminación contra los romaníes sigue siendo un gran desafío para el “viejo continente” y, por tanto, sus líderes no tienen niguna autoridad moral para sentirse mejores o más avanzados que otros países en esta materia. En contraposición, y más de acuerdo que con las afirmaciones de Schinas, Matache secunda las palabras de la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen quien manifestaba que hemos de comenzar por examinarnos a nosotros mismos, nuestros prejuicios inconscientes y los privilegios que damos por sentados

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