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Si bien la acción humanitaria en Beirut está en pleno apogeo después de las dos explosiones que azotaron la ciudad el 4 de agosto, matando a cientos y desplazando a más de 300.000 personas, incluso mientras aumentan los casos de COVID-19, las jóvenes libanesas han salido a las calles con máscaras y proporcionando alimentos y asistencia a las personas necesitadas.

Maya Terro, cofundadora y directora ejecutiva de FoodBlessed, está sorprendida por la gran cantidad de voluntarios masculinos que participan en lo que todavía se considera trabajo de mujeres en el Líbano, como cocinar y limpiar. Según afirma en UN Women hay voluntarios varones que nunca antes habían cortado tomates o estado en la cocina, pero se han ofrecido como voluntarios para aprender y cocinar para las familias afectadas por la crisis. A un grupo de 15 jóvenes voluntarias que trabajan en Sin El Fil (Beirut) se les unen 15 jóvenes, que también están cocinando, desafiando los rígidos roles y estereotipos de género, con el fin de preparar comidas siete días a la semana para las familias desplazadas o afectadas por las explosiones.

La crisis también une a las personas y enciende un sentido de propósito y responsabilidad cívica entre personas jóvenes, siendo claves las redes sociales para atraer a jóvenes a ayudar. Los esfuerzos de socorro y las peticiones se han coordinado en gran medida en las redes sociales, y se están organizando debates para crear conciencia sobre lo que está sucediendo en las comunidades. Según Rachel Dore-Weeks, representante de ONU Mujeres en el Líbano, es importante garantizar que los esfuerzos de socorro y recuperación en Beirut no solo aborden las vulnerabilidades y necesidades únicas de las mujeres y las niñas, sino que también impulsen su liderazgo y contribución puesto que ahora mismo las mujeres jóvenes, están en las calles, reconstruyendo Beirut.

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