
Ya en 1897, el sociólogo francés Émile Durkheim escribió el primer tratado sobre el suicido, en el se hablaba de la identidad y el sentimiento de pertenencia al grupo, así como la crisis de sentido cuando esta pertenencia es o está vacía. Años más tarde, Talcott Parsons postulaba sobre el concepto de comunidad societal, aludiendo a aquella comunidad que es capaz de generar engranajes sociales que se alejen de las relaciones instrumentales o vacías de sentido.
Hoy, vemos como, según el Ayuntamiento de Barcelona, publicado en beteve, el suicido configura la primera causa de mortalidad en los hombres entre 14 y 44 años y la segunda causa de muerte de las mujeres de la misma franja de edad en la ciudad de Barcelona Esta situación alarmante se está incrementando. Lo que por ahora aún parece alejado de la conciencia colectiva es la relación que ya apuntaban sociólogos como los nombrados, entre el suicido y la perdida de sentido y las relaciones instrumentales.
Mientras los altos índices de suicidio sigan siendo motivos de tabú, los engaños que llevan a crisis y perdida de sentido configuran uno de los principales vacíos. Las relaciones de calidad, creadoras de sentimientos de amor y amistad son la alternativa
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