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En 1979, veinte mujeres accedieron por primera vez al cuerpo de la Guardia Urbana de Barcelona. Constituían un 14% del total de agentes, y transcurridos 41 años el porcentaje continúa siendo el mismo, aunque parezca imposible. Tal desproporción va a ser corregida, en parte, a través de la próxima convocatoria de plazas. Para las nuevas incorporaciones, el 40% estará reservado a guardias femeninas. Un cupo que, por supuesto, no conducirá a la paridad, sino que se limitará a aumentar el porcentaje hasta alcanzar el 16,60%. No podrán echarse las campanas al vuelo, evidentemente, pero sí habrá que celebrar que se haya tomado el camino hacia la paridad por medio de cuotas.

Este sistema, a menudo criticado, ha venido a demostrar su validez frente a la constatación, a lo largo de los años, de que a la igualdad no se llega si no se le da un empujón.  Y sin que, aun así, deje de resultar difícil. Por lo demás, es un método que harto viene demostrando su eficacia al comprobarse que la mayoría de las mujeres que se hallan en primera línea están demostrando su valía. Sea en política o en la empresa, en ciencia, en medicina o en enseñanza.

Retomando el tema de la Guardia Urbana barcelonesa, observemos que actualmente está formada por 2.736 agentes, de los cuales un 86% son hombres. El número de plazas a sumar será de 282, reservadas a mujeres en un 40%, como se ha dicho. Los guardias municipales suelen merecer buena opinión, atributo que la incorporación de más mujeres posiblemente reforzará. 



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