La India rural está habitada actualmente por 1.300 millones de personas, una zona donde los medios sanitarios son insuficientes. Con el objetivo de proteger a esta población más vulnerable, hasta un millón de voluntarias dedican varias horas al día a hacer un “puerta a puerta” de forma totalmente altruista, según informa efeminista.
Todas las sanitarias voluntarias actúan bajo las directrices del Ministerio de Sanidad del país y tratan de, por un lado, registrar la sintomatología de los habitantes de las comunidades rurales y poner en conocimiento del peligro del virus y facilitar información sobre las medidas de protección para frenar el contagio, y por el otro, distribuir material sanitario necesario especialmente en estas zonas así como comidas. En muchas ocasiones, la solidaridad de estas mujeres son el único recurso que tienen en muchos de los hogares donde acuden.
A pesar de ser agentes al servicio de la comunidad, y como sucede en muchos otros países, estas personas no reciben el equipo de protección sanitario. Algunas de ellas cosen sus propias mascarillas y cosen algunas otras para repartirlas entre los distintos núcleos familiares que visitan diariamente. Además, también existe el estigma de ser posibles portadoras del virus de modo que su labor no está siempre debidamente reconocida.
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