UNICEF declaró hace unos días que el alto al fuego mundial puede ser un punto de inflexión para 250 millones de menores que viven en zonas afectadas por conflictos.
Según Henrietta Fore, Directora Ejecutiva de UNICEF, cada niño y cada niña necesita que las partes beligerantes acaten el llamamiento del Secretario General de la Naciones Unidas para deponer las armas como parte de un alto al fuego mundial. Es la única manera de hacer frente a la pandemia de la COVID-19 y de poner por fin a salvo de la violencia a millones de niños y niñas.
Henrietta insiste en que no se podrá combatir la COVID-19 hasta que no se dejen las armas, sin embargo ya hace casi un mes del llamamiento del Secretario General de la ONU y sigue habiendo conflictos violentos en algunas partes de Afganistán, Burkina Faso, Libia, Mali, Siria, Ucrania y Yemen, entre otros países.
Otro de los mensajes de esta declaración es que el alto al fuego sería la diferencia entre la posibilidad de seguir con vida o no. En palabras textuales de Fore “evitaría que la población infantil siga siendo asesinada, mutilada o forzada a abandonar sus hogares a causa del conflicto. Pondría fin a los ataques a estructuras fundamentales, como los centros de salud y los sistemas de agua y saneamiento. Dejaría espacio para que las poblaciones vulnerables pudieran acceder a servicios esenciales como la atención de la salud, que además son clave para poner fin a una pandemia. Del mismo modo, daría la oportunidad de negociar con las partes de los conflictos la liberación de los niños y las niñas de las fuerzas y los grupos armados en condiciones seguras”.
En esta declaración también hay noticias de esperanza ya que se han producido algunos avances positivos, como el compromiso de las partes en conflicto de 11 países de cesar las hostilidades durante la pandemia.
Mientras tanto, queda trabajo por hacer para proteger a la infancia en esta situación que eleva exponencialmente su vulnerabilidad. En la declaración de UNICEF se recogen cuatro aspectos:
- Todas las partes en conflicto deberían suscribir y respetar acuerdos de alto al fuego, sin excepciones.
- Las autoridades y los grupos que controlan el territorio deberían facilitar al personal humanitario acceso abierto para poder llegar hasta las criaturas y las familias y proporcionarles servicios esenciales como alimentos, atención de la salud, protección, agua y saneamiento.
- Las fuerzas y los grupos armados no pueden impedir que se distribuyan suministros de socorro o que las personas que lo necesiten obtengan servicios. Se debe permitir que todos los civiles que se encuentran bajo el control del gobierno o los grupos de la oposición reciban asistencia fundamental para su supervivencia y su bienestar.
- Las partes en los conflictos deberían liberar a cualquier menor que se encuentre en detención en relación con un conflicto armado o la seguridad nacional. Las fuerzas y los grupos armados también deben liberar a los niños de sus filas.
El alto al fuego es ahora más que nunca la única forma de mantener a salvo a millones de niños y niñas que viven en zonas del mundo que están en conflicto. No es solo necesaria para acabar con la enfermedad a corto plazo sino, como dice Henrietta, “sentaría las bases para una paz estable y duradera, y eso sería decisivo para los niños y las niñas y sus futuros”.
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