
Tras 67 años alimentando la libido masculina, Playboy ha quebrado. En los últimos tiempos había pasado de publicarse mensualmente a hacerlo cada dos meses, y luego, cada tres. Nada la ha salvado de la ruina, concitada por factores como el descenso de las ventas en papel, la saturación de desnudos femeninos al alcance y las denuncias de las mujeres contra todo tipo de machismo. Resulta difícil valorar cuál de estos elementos ha tenido más peso, pero lo cierto es que entre los tres la han herido hasta matarla.
Es sugerente recordar el logo adoptado por la revista, un encantador conejo con pajarita, elegido por su fundador, Hugh Hefner, con total clarividencia. La imagen suscitaba la timidez, la delicadeza y la sexual insinuación que, se da por supuesto, los hombres buscan en las mujeres para su placer. La primera portada así lo evidenciaba, con una Marilyn Monroe en la plenitud de su belleza de objeto maleable y quebradizo, preámbulo de sus desnudos en las páginas interiores.
Aterciopelada como la piel de los conejitos, la actriz cercenó su vida, a los 36 años, con barbitúricos, probablemente incapaz de seguir soportando su utilización por parte de los hombres. Cada vez quedan menos mujeres tipo Marilyn, el juguete sexual cuya muerte precedió en medio siglo a la muerte de Playboy. La revista, como la actriz que le dio aliento, ya es historia.
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