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Los Legionarios de Cristo, congregación religiosa clerical católica, han reconocido mediante la publicación de un informe, resultado de una investigación interna, los abusos sexuales perpetrados a menores de edad por sacerdotes de esta comunidad desde su fundación en 1941 hasta la actualidad.

Según este informe, al menos 175 menores habrían sido víctimas de estos abusos sexuales y 70 de ellos habrían sido víctimas directas del propio fundador, Marcial Maciel. Además, reconocen que podría haber más víctimas.  

Desde hace años han sido varias las voces de supervivientes que se atrevieron a romper el silencio y denunciar los abusos que sufrieron dentro de la organización y que fueron cubiertos por la misma. Así, han existido varias denuncias y era conocido que Maciel era uno de los mayores depredadores sexuales y pederastas dentro de la Iglesia. Según el cardenal João Braz de Aviz, el Vaticano tendría documentos que así lo pueden demostrar desde los años cuarenta, y se abrió una investigación entre 1956 y 1959. No obstante, las evidencias fueron encubiertas y fue defendido por el papa Juan Pablo II como “el apóstol de la juventud”. A la muerte de este Pontífice y posterior elección de Benedicto XVI, este le conminó a retirarse a México para el resto de su vida, aunque este fue el país en el que habían comenzado sus abusos. Maciel murió sin pedir perdón dos años más tarde

En esta trayectoria podemos ver la misma dinámica que ha ocurrido en otras instituciones como la universidad o las empresas. Las relaciones de poder y los intereses personales han encubierto los abusos durante años, pero la constancia y la solidaridad entre las supervivientes y la valentía de personas dentro de la Iglesia que denunciaron estos hechos remarcando que quien los tapaba está completamente alejado de los valores cristianos han sido más fuertes y están consiguiendo que se haga justicia. 

De este modo, la iniciativa de la realización de la investigación realizada por los Legionarios y el reconocimiento público de los abusos que han revelado responden a una trayectoria iniciada desde la Iglesia, como informamos desde este medio, cuando el papa Francisco convocó a los presidentes de las Conferencias Episcopales a una cumbre en la que se abordaron, por primera vez en la historia, los abusos sexuales ocurridos en la Iglesia.

En esta conferencia, el papa Francisco señaló uno de los factores esenciales en la erradicación de la pederastia: “la universalidad de esta plaga, a la vez que confirma su gravedad en nuestras sociedades, no disminuye su monstruosidad dentro de la Iglesia”, reconociendo el problema en la propia institución y responsabilizándose. 

Así, parece que desde la congregación de los Legionarios van a afrontar el terrible daño hecho hasta ahora y a trabajar para que no vuelva a ocurrir. De este modo lo plantean en los objetivos que desarrollan en el informe: 

  1. Hacer un diagnóstico histórico del abuso sexual de menores cometidos por legionarios de Cristo, desde la fundación de la Congregación en 1941 hasta la actualidad.
  2. Afrontar los casos por atender según los criterios establecidos y promover el acercamiento a las víctimas de abuso de menores. 
  3. Asegurar el cumplimiento de las leyes civiles y eclesiásticas. 
  4. Revisar la aplicación de restricciones ministeriales a los miembros de la Congregación que han abusado de menores de edad y asegurar que la autoridad competente de la Congregación supervise su cumplimiento. 
  5. Formular recomendaciones para abordar el fenómeno del abuso sexual de menores en el pasado e identificar cualquier mejora necesaria en nuestra Política de Ambientes Seguros para garantizar que sea del más alto nivel.

Finalmente, tras años de dolor y ocultación, parece que esta congregación está siguiendo la lucha a nivel internacional de justicia y reparación a las víctimas y está cumpliendo con el objetivo del Papa y de tantas otras personas que buscan la erradicación de la pederastia y del abuso a menores desde la base de la Iglesia. 

Ahora queda seguir trabajando para que tantas otras instituciones sigan el mismo ejemplo que estamos viendo desde organizaciones cristianas. Primeramente, el reconocimiento del acoso realizado a las víctimas, tanto de primer como de segundo orden.  Y, de la misma manera, la puesta en marcha de acciones para tratar de reparar, en la medida de lo posible, el daño causado desde el amparo de la propia institución, a la vez que se garantice que estos espacios sean de ahora en adelante seguros y libres de violencia. 

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