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Organización las libres

Desde la ruptura del silencio sobre el acoso y las agresiones sexuales en las universidades, cada vez son más los grupos y colectivos alrededor del mundo que están decididos a acabar con esta violencia. 

Uno de los casos recientes más representativos es el de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), concretamente la Facultad de Filosofía y Letras. Desde hace unos 25 días, una treintena de estudiantes han tomado el edificio con un objetivo claro: la correcta atención a las más de setenta denuncias por violencia de género que existen actualmente contra personas del profesorado y del alumnado. 

El pasado miércoles salieron durante unos breves minutos para remarcar sus demandas, entre las que la consigna principal estaba clara: la universidad había sido un espacio peligroso para ellas y no van a permitir que lo sea para las que vengan detrás. 

Estas declaraciones han sido las últimas de un gran movimiento que lleva sacudiendo desde octubre los cimientos de los espacios académicos inseguros de la UNAM (la mayor universidad de América Latina). Particularmente este centro tiene un largo historial en lo relativo al acoso sexual en sus espacios. En 2016, se vieron obligados a desarrollar un protocolo debido al alto número de denuncias. No obstante, no han logrado progresar, según una de las abogadas que acompaña algunas de las denuncias, debido a la insistencia de las autoridades para que estas denuncias no prosperaran. 

De este modo, las protestas comenzaron en octubre tras la sentencia por el feminicidio de Lesvy Rivera Osorio, asesinada en el campus universitario en 2017. El movimiento se extendió por todo México, ha involucrado a otras universidades y ha tenido repercusión internacional. 

Las huelgas y tomas de centros han durado hasta el pasado 14 de noviembre cuando las autoridades competentes convocaron unas mesas de diálogo. Aunque se han disuelto algunas de las convocatorias en diferentes facultades, la posibilidad de retomar la huelga continúa si no se soluciona por entero el problema, y en algunas facultades como de la de Filosofía y Letras aún perdura.

Así, el caso de México, como el de tantos otros países, demuestra que una vez roto el silencio sobre la violencia de género en las universidades ya no hay vuelta atrás. A partir de la valentía de tantas personas que han tenido que sufrir el acoso tanto de primero como de segundo orden y las redes de solidaridad que se están tejiendo, se está logrando que las universidades sean espacios cada vez más seguros para las que venimos detrás. Aún queda mucho camino, pero existen ejemplos alrededor del mundo que demuestran que uniéndonos lograremos que las universidades sean feministas, justas y libres de cualquier tipo de violencia.

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