El pasado 19 de septiembre se celebró en Yucatán, México, la XVII Cumbre de Premios Nobel de la Paz. En esta ocasión, la Cumbre contó con la presencia de más de diez laureados, y una de ellas fue la líder índigena guatemalteca Rigoberta Menchú. Su participación no sólo fue representativa en cuanto a su firme posicionamiento como defensora de los derechos humanos, sino por ser una representante de los pueblos índigenas mayas de esa región.
Menchú fue galardonada como Nobel de la Paz en 1992 cuando ya contaba con una gran trayectoria de oposición pacífica contra el régimen opresor de campesinos indígenas en Guatemala. En 1991, participó en la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas por parte de las Naciones Unidas.
Su intervención en la Cumbre se centró en destacar el valor de la esperanza y el optimismo en la construcción de la paz y en resaltar la relevancia de mantener el respeto mutuo entre los pueblos, entre los hombres y mujeres, así como entre las generaciones de la sociedad.
Su discurso inicial también motivó a reflexionar en torno a la “esclavitud contemporanea” la cual es sufrida por muchos hombres y mujeres en el mundo a causa de la falta de oportunidades de educación y empleo, por lo que llamó a la unión de esfuerzos y voluntades para erradicarla.
Otro aspecto que le permitió destacar en el evento fue la cercanía mantenida con todas las personas participantes, laureadas o no, dando ejemplo de coherencia y humildad en un evento de magnitud internacional.
Colaboradora de México
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