El viernes 11 de octubre fue el Día Internacional de la Niña y la Fundación CERMI Mujeres (FCM) alertó de la vulneración de los derechos que sufren las niñas con discapacidad. 

Una de estas vulneraciones, que pretende denunciar y visibilizar la fundación, tiene que ver con las esterilizaciones forzosas por razón de discapacidad a las que son sometidas. En la legislación española todavía no están prohibidas las esterilizaciones de este tipo, por lo que tenemos por delante un reto urgente en cuestión de derechos humanos. 

Según la Encuesta de Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia de 2008, en España vivían 60.400 niños y niñas de 0 a 5 años con alguna discapacidad, de los que 24.000 eran niñas. En la franja de 6 a 15 años la población infantil con discapacidad ascendía a 78.300, de los que 27.000 eran niñas. A partir de la edad comprendida entre los 16 y 18 años no había datos oficiales. Teniendo en cuenta que el CERMI asegura que la desigualdad por motivo de discapacidad y de género se multiplica en las más jóvenes, debería ser una prioridad poner en la agenda política y social esta problemática.

Esta vulneración no solo va en contra de sus derechos fundamentales, sino que las deja totalmente desprotegidas frente a los abusos sexuales.  Según la noticia publicada hace unos días en este Diario, más de tres tercios de las mujeres estudiantes universitarias con discapacidad, participantes del estudio, indicaron haber sufrido acoso sexual durante su etapa universitaria, con el doble de probabilidades de sufrirlo que el conjunto de estudiantes. Teniendo en cuenta estos datos, es necesario tomar, lo antes posible, medidas legales y sociales que las protejan y velen por sus derechos. 

El camino hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en concreto hacia el objetivo número 5 sobre igualdad de género, exige tomar medidas políticas en esta materia. Muchas somos las mujeres y hombres que soñamos con un mundo igualitario para todas las personas, sobre todo para aquellas que están en situaciones más vulnerables y en riesgo de exclusión. Las niñas y mujeres con discapacidad son un colectivo especialmente vulnerable que requiere de los mejores sentimientos y de las mejores investigaciones  puestas al servicio de las políticas y de la educación, para acabar con esta discriminación y poder ofrecerles un mundo mejor y más bello. 

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