El próximo lunes 30 de septiembre cumpliría años la ingeniera Nora Stanton Blatch, primera mujer en graduarse en Ingeniería en los Estados Unidos. 

Nora Stanton nació un 30 de septiembre de 1883 en Hampshire, Inglaterra, hija de William Blatch y Harriot Eaton Stanton. De su abuela Elisabeth Candy Stanton y su madre heredó sus valores feministas, que en aquel entonces se dirigían hacia la lucha sufragista por el voto de las mujeres. Antes de ello, Nora estudió Matemáticas y Latín en la Escuela Horace Mann de Nueva York, hasta su retorno a Inglaterra en el verano de 1897. Cinco años más tarde, en 1902, su familia se mudó a Estados Unidos, empezando allí una nueva vida. 

Aunque su familia era más bien bienestante y podía permitirse estudiar en escuelas privadas, tanto ella como su familia no olvidaron luchar por el derecho de todas las mujeres al voto, independientemente de la clase social o el nivel económico de su fondo. Pero esas ganas de contribuir al feminismo solo aumentaron durante sus años de carrera y durante su vida profesional. Stanton estudió en la Universidad de Cornell, graduándose de Ingeniería en 1905 y convirtiéndose así en la primera mujer en obtener el título de ingeniera. Después de su carrera, inició su vida profesional en la American Bridge Company, una compañía de construcción en la que trabajó durante un año, hasta 1906. 

También ingresó en la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles, una asociación de ingenieros, en la que fue la primera mujer ingeniera en convertirse miembro. Sin embargo, Nora nunca subió de rango: si bien se le permitió ingresar como miembro menor, en 1916 se le negó el ascenso a miembro asociado únicamente por su género. Pero Nora, fiel a sus valores, fue ese mismo año en el que demandó a la asociación por negarle el ascenso cuando cumplía con todos los requisitos. Pero injustamente, como en muchos otros casos, no pudo ascender a pesar de ser más que válida. Al final, no se la escuchó y ninguna mujer más, durante una década, logró entrar en dicha asociación. No fue hasta después de su muerte que, aunque tarde, la asignaron como miembro asociado.

Pero Nora tenía algo que la hacía resiliente a todos esos baches: sus sueños. A pesar de todo, incluídos los baches personales que estaba pasando – vivió un divorcio-, siguió especializándose en sus estudios de ingeniería y trabajó también para la Comisión del Servicio Público del Estado en Nueva York. 

Sin frenarse ante nada, continuó trabajando para conseguir la paz y la igualdad de derechos para las mujeres. En 1944 escribió el libro La paz mundial a través de un Parlamento Popular (World Peace Through a People’s Parliament) y trabajó como desarrolladora y activista política hasta su muerte en Greenwich (Connecticut, EE.UU) el 18 de enero de 1971.

Y así, siguiendo el ejemplo de su madre y su abuela, Nora  siguió contribuyendo a la esperanza de un mundo mejor.

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