La realidad del acoso sexual parece ser un problema cada vez más estudiado en la academia europea. Basándose en el informe “Changing the culture” -que analiza la violencia contra las mujeres, el acoso y los delitos de odio que afectan a los estudiantes universitarios- publicado por el grupo de trabajo de universidades inglesas Universities UK Taskforce, las investigadoras Kym Atkinson y Kay Standing, de la Liverpool John Moores University, publicaron el artículo Changing the Culture? A Feminist Academic Activist Critique [¿Cambiando la cultura? Una crítica activista académica feminista] en el que analizan las respuestas institucionales de las universidades inglesas, con un objetivo centrado en la cultura académica. El informe significó, según las autoras, un punto de inflexión sobre la realidad de las universidades del Reino Unido en torno a la violencia de género.
La investigación muestra que algunos cambios institucionales en relación con el acoso y la violencia se han producido en las universidades debido al movimiento feminista de base y su activismo contra el acoso sexual. Estos cambios se han centrado principalmente en las resistencias internas y la así denominada “lad culture”, la cultura juvenil, que se suele relacionar con la violencia, el alcohol y el sexismo. En esta línea, el artículo argumenta que el proceso mismo de creación de la educación superior ha ido formando un ambiente donde la violencia de género se normaliza y esas voces feministas que rompen el silencio tienden a ser marginadas y silenciadas.
En el artículo se han llevado a cabo entrevistas con personas académicas, diez mujeres y un hombre que, de alguna manera, se muestran activos en contra de la violencia de género, bien a través de la investigación, de la docencia o del activismo. Su perfil era más bien senior y, aunque todas las personas habían estado muchos años en universidades inglesas, actualmente nueve tenían su afiliación en UK, una en Australia y una en USA. Las entrevistas mostraron que el apoyo a las víctimas en el campus suele recaer en cierto profesorado. Afirmaron también que las iniciativas para el cambio, lideradas por la administración académica que podían darse en las universidades, se limitan a proteger la “reputación” de la universidad.
En este contexto, el profesorado que apoya a las víctimas debe desafiar no solo la violencia de género, sino también las respuestas reactivas y no críticas que ofrecen las instituciones. De esta manera, el estudio concluye que las respuestas a la violencia de género (ya sean nacionales, institucionales o individuales) deben considerar un “cambio cultural”, más allá de la reforma de las políticas, las campañas de tolerancia cero y la condena de la violencia de género.
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